jueves, 29 de mayo de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

30 DE ENERO DE 1817

-Le agradezco que haya venido a verme, lady Parthenia-me dice lady Miranda-En realidad, deberíamos de tutearnos. Supongo que ya sabe que somos primas. Aunque somos primas en segundo grado. 
-Supongo que tiene razón-admito-Será mejor que nos tuteemos. 
-Me parece bien. Toma asiento a mi lado. Tenía muchas ganas de verte. 
                     Me siento al lado de Miranda en el sofá. 
                     Tengo que llamarla así porque somos parientes. Miranda...
                      Le pregunto dónde está su marido Damien. Miranda me responde encogiéndose de hombros. También ella ha sido abandonada por su esposo, pienso con tristeza. Abandonada por un hombre...Miranda finge que no le importa. 
-En realidad, le deseo que se pudra en el Infierno-me confiesa-Lo conocí cuando se convirtió en mi tutor. Era un buen amigo de mi tío durante el tiempo en el que ambos estuvieron sirviendo en el Ejército. ¿Sabes que intentó propasarse conmigo? Damien no respeta a ninguna mujer. Ni siquiera quería respetarme a mí cuando se convirtió en mi tutor. Pensé que yo le haría cambiar. Pero no fue así. 
                       Pienso que los años han convertido a Miranda en una joven dura. Hay mucha rabia escondida en su voz cuando habla de su marido. 
                       No hace nada para disimular el odio que la embarga. Pero también noto que todavía hay algo de amor cuando habla de Damien. Sus ojos le brillan. 
-¿Dónde has vivido?-le pregunto. 
-Me crié en un orfanato dirigido por un cabrón-me responde Miranda con odio. 
-Lo siento mucho. 
                       Miranda hace un gesto como restándole importancia al hecho de que se haya criado en un orfanato. 
-Después de casarme con Damien, todas mis compañeras fueron a parar a otro orfanato en unas condiciones mucho mejores-me cuenta-O eso pensaba hasta el verano pasado. Tuvo lugar un terrible incendio. Murieron todas. Las profesoras...Mis compañeras...Sally...
-¿Quién es Sally?
-Era una niña adorable. Compartía habitación conmigo cuando yo todavía estaba en el orfanato. Era como una hermana pequeña para mí. La mató el humo que respiró. 
                      Una lágrima rueda por la mejilla de Miranda. Desde luego, pienso con espanto, la felicidad no la ha alcanzado tras su boda con Damien. En cierto modo, Miranda piensa que su vida es un completo desastre. Sus dos hijos gemelos han muerto. Su marido la engaña con otras mujeres y la tiene abandonada durante largos periodos de tiempo. 
                       Su historia me conmueve. Los varones Knight parecen disfrutar haciendo sufrir a las mujeres que se enamoran de ellos. Lo estoy viendo todos los días cuando visito a mi amiga Becky. 
                      Sigue sufriendo por culpa de Alec. Lo ama con todo su ser y ella, en el fondo, sabe que no es correspondida. Alec la ha utilizado. Se ha aprovechado de ella. Y la ha dejado tirada. 
-¿Cómo está la señorita Ward?-me pregunta Miranda-Tengo entendido que está enferma. 
-Se está recuperando-respondo-Eres muy amable por interesarte por ella. 
-Le ha pasado lo mismo que me ha pasado a mí. La señorita Ward pensó que mi cuñado Alec cambiaría por ella. Pero no ha sido así. 
                       Hay mucha amargura en la voz de Miranda al hablar. 

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