miércoles, 30 de abril de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

23 DE ENERO DE 1817

                     Becky y Mikhail me han invitado a dar un paseo por la bahía esta tarde. He aceptado. Y es en la bahía donde nos encontramos. 
-Puede que Alec esté a punto de llegar-comenta Becky. 
                     Podemos ver algún que otro barco en la distancia. Pienso que eso es lo que Becky está buscando. Quiere que veamos cómo Alec llega y le pide que se case con él. En realidad, nunca le ha pedido matrimonio. Todo es fruto de su imaginación desmesurada. De su deseo de casarse con Alec algún día. 
-¡Mi querida Rebecca!-exclama una voz joven y femenina cerca de nosotros. 
-¿Lady Eden?-inquiere Becky. 
                     Se trata de una de las cuñadas de Alec, lady Eden. Es la esposa de Jack, el hermano menor de Alec. Se acerca a saludar a Becky. La acompaña un criado que viene cargado de paquetes. Ha estado en la calle principal de la isla. Está toda llena de tiendas. Se nota que lady Eden ha estado comprando durante buena parte de la tarde. Mikhail y yo nos sentimos un poco aislados mientras lady Eden habla con Becky. 
-Me alegro mucho de verla-afirma Becky. 
                        Se besan en las mejillas a modo de saludo. 
-La verdad es que nunca sales de tu casa cuando Alec no está en Douglas-comenta lady Eden-Me sorprende verte paseándote por la bahía. 
                       Una nube de color oscuro tapa el Sol. 
                        Tengo la sensación de que Becky piensa que está traicionando a Alec sólo por haber salido a dar un paseo. ¡Pero es que ni siquiera está sola! 
-¿Dónde está Jack?-quiere saber Becky-Hace tiempo que no le veo. 
-Mi marido está en Venezuela intentando anexionarla a la Corona Inglesa-contesta lady Eden-No se acuerda de que su hijo está enterrado en esta condenada isla. 
                         Habla con rabia acerca de su marido. 
-Lo siento mucho-intervengo. 
                          Lady Eden me lanza una mirada que refleja un profundo cansancio. Su sueño siempre fue vivir en Inglaterra. Su padre, un conocido científico, al enviudar, se dedicó a recorrer el mundo investigando plantas. Se llevó a lady Eden, su única hija, consigo. Pero ella se hartó de estar recorriendo el mundo de un lado a otro. Quiso regresar a Inglaterra. Y, entonces, conoció a Jack Knight. Su fama de libertino es idéntica a la fama de libertino de su hermano Alec. No sé si lady Eden está realmente enamorada de él. Pero están casados, a pesar de que el matrimonio se lleva a matar. 
-¿No me presentas a tus amigos?-le pregunta lady Eden a Becky-Creo que a la joven rubia la conozco. Es usted lady Parthenia Westland. ¿No es así?
-Así es-respondo. 
-¿Y quién es el joven que está con ella?-Lady Eden se dirige a Mikhail. 
-Es mi primo-contesta Becky-Michael Curtis...
-¿Y por qué no habla? 
-Está un poco acatarrado. No puede hablar. 
                         Mikhail y yo intercambiamos una mirada cargada de significado. Becky quiere ocultar a toda costa que Mikhail es ruso. Piensa que podría estar involucrado en el asunto del intento de derrocamiento del zar. 
-Que se mejore-dice lady Eden. 
-Vamos a seguir paseando-intervengo-Es usted muy amable, milady. 
                       Nos despedimos de lady Eden. 
                       Seguimos con nuestro paseo. Becky está triste. Ve barcos atracando en el puerto. Pero no ve que Alec descienda de ninguno de ellos. Los gritos de júbilos de las personas que se reencuentran le hacen daño. 
                          Alec no aparece. Y Becky se está volviendo loca con su ausencia. Vemos cómo lady Eden se aleja poco a poco de nosotros. 
-No me ha descubierto-suspira Mikhail-Aunque no entiendo a qué viene eso de que me llamo Michael Curtis. Ni lo de que estoy acatarrado. 
-Eres inglés-le recuerda Becky-Y tu nombre inglés es Michael Curtis. Acuérdate. No me quieres contar nada del porqué estás aquí. Pero no soy tonta, Misha. Estás aquí por un motivo. Te están buscando. 
-¡Becky!-le pido-No te metas con el chico. Tu primo hablará cuando pueda. O cuando quiera. No es asunto suyo. 
-Te preocupas demasiado por mí-dice Mikhail-Pero sé cuidar de mí mismo. 
-Yo pensaba lo mismo que tú-se lamenta Becky. 
-Cuido de ti. Y tú cuidas de mí. 
                        Nos alejamos lentamente de la bahía. Es un lugar precioso. El mar aparece ante mis ojos de un color cristalino azul. Es inmenso. Se extiende hasta donde alcanza mi visión. Me animo a cogerme del brazo de Mikhail para caminar. 
                         Él me mira. Me dedica una sonrisa cálida. 
-Me siento afortunado por estar a su lado, lady Parthenia-me dice-Es la mujer más fascinante que jamás he conocido. 
                       Noto cómo la sangre se agolpa en mis mejillas. Me he ruborizado. No recuerdo la última vez que me ruboricé.
                         Mikhail me dice palabras bonitas. Pero yo noto que sus palabras, además de ser bonitas, son sinceras. 
                          No puedo hacerme ilusiones con él, pienso. 



-Está exagerando-afirmo-Hay mujeres que son mucho más interesantes que yo.
-Lo dudo mucho-me asegura.
-En San Petersburgo...
-No he encontrado a ninguna dama en la Corte del Zar que sea como usted, lady Parthenia. Puede que el zar Nicolás me caiga mal. Pero hay damas en la Corte y ninguna de ellas se parece a usted. Le estoy hablando con el corazón.
                       Me pongo roja como la grana. ¿Está hablando Mikhail en serio?
                       No me quiero creer que me esté ruborizando con un comentario que me ha hecho un joven al que casi no conozco. Pero eso es lo que me está pasando. 

martes, 29 de abril de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

22 DE ENERO DE 1817

-He recibido una carta de Alec-me cuenta Becky. 
-¿Y qué te dice?-inquiero. 
-Me dice que me echa mucho de menos. Que regresará en cuestión de días a Douglas. Que no espera para volver a verme. 
                      Becky y yo damos un paseo por Snaefell. Es el pico más alto de la isla. Veo a Becky mucho más contenta que en días pasados. Sospecho que tiene que ver con la carta que ha recibido de Alec. De momento, no sé nada de mi querido prometido Piers Draxinger. 
                     ¡Ojala no vuelva a saber nunca más nada de él! 
-Entonces, las cosas van mejorando-observo-¿Te apetece subir a la cima?
                     En realidad, Becky y yo estamos paseando por la falda de Snaefell. Mi amiga se echa a reír con ganas. Dice que es un pico demasiado elevado para su gusto. Se coge de mi brazo mientras caminamos. Becky me cuenta que está acostumbrada a realizar actividades al aire libre. 
                    Me recuerda que ha vivido toda su vida en el campo. Está acostumbrada a hacer ejercicio. Monta a caballo como una auténtica amazona. 
                    Puede caminar muchos kilómetros sin cansarse. 
-Es malo que salgamos sin la protección de las sombrillas-le advierto. 
-El Sol no es malo-afirma Becky. 
                    Tiene la piel morena por el Sol. Yo, en cambio, tengo la piel blanca como la leche. Desde que conozco a Becky, he cambiado mucho. 
-No te noto triste por la ausencia de lord Draxinger-observa Becky. 
                    Y es verdad. No echo para nada de menos a Piers. La verdad es que estoy más alejada de él que nunca. No debería de ser así, ya que es mi prometido. Pero me he dado cuenta de que no estoy enamorada de él. ¿Desde cuándo una joven no está enamorada de su prometido? Pensé que amaba a Piers. Pensé que Piers me amaba. Pero me he dado cuenta de que no es así. No sé qué pasará cuando regrese y lo vea. 
                     Puede que esté furiosa con él por su ausencia. Por los rumores que han llegado hasta mí sobre su infidelidad con otras mujeres. 
-Empiezo a pensar que es verdad lo que me has contado-dice Becky-Es cierto que no amas a Piers. Y no te juzgo, Parthenia. 
                     Le agradezco a Becky su comprensión. Me siento más unida a ella de lo que he estado unida a alguien en toda mi vida. Pero me siento más unida también a su primo. 
-¿Cómo está tu primo?-le pregunto. 
-Misha se ha quedado en casa leyendo un libro de Geografía-responde Becky-Me ha estado hablando de Rusia. De su San Petersburgo natal...Echa de menos su país. 
                     Me asalta un terrible presagio. Mikhail puede regresar a su país antes o después. ¡Dejaré de verle! ¿Desde cuándo me asusta la idea de dejar de verle? Mikhail no es nada mío. 
                    No es mi marido. No es mi prometido. No me corteja. No hemos coqueteado. Él está soltero y sin compromiso. Y yo sigo soltera. Pero estoy prometida a Piers.
                     Aunque no esté, mi prometido sigue presente en mi vida. Está demasiado presente en mi vida. Desearía poder seguir disfrutando de este paseo con Becky. Pero me asalta el temor a que Piers pueda aparecer en cualquier momento. Con el deseo de fijar fecha para la boda. Quizás, sus acreedores se hayan cansado de esperar a que decida pagarles. Y le hayan dado un ultimátum. 
-Sé cuándo regresará Piers-afirmo. 
-¿Cuándo va a volver?-me pregunta Becky. 
-Cuando no tenga dinero. 
-Es tu prometido, Parthenia. Puede que te quiera. 
-Quiere mi dote. No es lo mismo. 


-Eres demasiado pesimista, Parthenia. 
-No soy pesimista. Soy realista.
-Piers te quiere de verdad. Yo quiero pensar que te quiere. Igual que pienso que Alec está enamorado de mí.
-Yo me he desengañado de Piers hace mucho tiempo. Lo siento.
-Parthenia, las dos estamos con el corazón destrozado.
                    Recuerdo que Piers ha sido el único hombre que me ha besado. Y eso no me agrada. Lo confieso.
-Vamos a dejar a un lado nuestras penas-le propongo a Becky. 

miércoles, 9 de abril de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

21 DE ENERO DE 1817

                 Una nota llega a mi casa y es mi doncella quien me la entrega en mano. 
                 La ha escrito Mikhail. 

               Becky se encuentra mal. Tiene fiebre. Está acostada en su cama. Quiere verla, milady. 

                Y eso es lo que hago. 
-No has debido venir-me dice Becky, acostada en su cama-Misha lo ha exagerado todo. 
                 Me siento a su lado en la cama. 
                Mikhail se encuentra enfrente de mí, sentado en una silla, junto a la cama donde yace Becky. La doncella que tiene le pasa un paño empapado en agua por toda la cara. 
                  El cabello de color chocolate de Becky se extiende por su almohada. Tiene el rostro empapado en sudor. Mikhail me cuenta que a Becky le ha subido mucho la fiebre al amanecer. Le ha llamado de madrugada a gritos porque decia que se estaba muriendo. 
-¿La ha visto el médico?-le interrogo. 
-La ha visto-responde-Cree que su fiebre podría ser nerviosa. Fiebre cerebral, la llama. Está sufriendo mucho por culpa de ese cabrón. 
-Alec...-susurra Becky-Misha...Dile a Alec que venga. ¿Ha venido Parthenia?
-Estoy aquí-contesto-Ya has visto que he venido. 
                     Mikhail se inclina sobre Becky y le da un beso en la frente. 
                     Le ha bajado un poco la fiebre, me cuenta. Pero se encuentra muy mal. Dios sabe lo que pasará. 
-¡No me asuste, Alteza!-le imploro, muy nerviosa ante la idea de que pueda pasarle algo malo a Becky. 
                   Las lágrimas corren por las mejillas de mi mejor amiga. Le cojo una mano. Veo cómo Mikhail le coge la otra mano y se la lleva a los labios. 
                  Hay una verdadera angustia reflejada en sus ojos al mirar a su prima. Los dos tenemos miedo por ella. 


                       Mikhail se aparta un poco de Becky. 
                       Mi amiga se queja de que tiene mucho frío. La arropo bien con las sábanas y con las mantas que cubren su cuerpo. Mikhail se pasea de un lado a otro de la habitación. De pronto, le da un puñetazo a la pared. 
-¡Juro que pienso matar a ese cabrón!-me asegura. 
-¡No diga eso, por Dios!-le suplico-No vale la pena. 
-Le está haciendo sufrir a mi prima. Becky podría morir y sería su culpa. Él debe de estar de putas por todo el maldito Londres. ¡Y Becky está enferma aquí! ¿Quién se ha creído que es? 
                     Oigo a mi amiga murmurar algunas palabras. Pero no la entiendo. Es posible que le esté pidiendo a Mikhail que no le haga daño a Alec. 
-He oído que una de las cuñadas de Alec, lady Eden, vive aquí-recuerdo-Yo podría ir a visitarla. 
-Becky la conoce-dice Mikhail-Su esposo la ha abandonado. Y dicen que el hijo que tienen en común no está bien. No habla y está como ensimismado. 
-Pero lady Eden podría saber algo de Alec. No pierdo nada por ir a verla. Es por el bien de Becky. 
-Le agradezco su bondad para con mi prima, lady Parthenia. Ese hijo de puta se ha aprovechado de ella. Becky nunca antes había salido de nuestro pueblo cuando viajó a Londres. Lo hizo sola y él la encontró. ¡Maldito sea! 
                        Le doy un beso a Becky en la mejilla. 
                        Su mirada vidriosa se clava en mí. No parece ser consciente de que estoy a su lado. Un nudo se me forma en la garganta.
                         La oigo murmurar algo. Está llamándome.
-Parthenia...-me susurra.
-Estoy aquí-le digo. 

jueves, 3 de abril de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

20 DE ENERO DE 1817

-Es muy agradable verle de nuevo, Alteza-saludo a Mikhail. 
-El honor es mío, milady-me asegura. 
                    Nos encontramos en el jardín de mi casa. La visita de Mikhail me ha pillado por sorpresa. Me encontraba cortando algunas flores para colocarlas en el jarrón que hay encima de la mesita del salón. Frente al sofá...
                     La criada me ha avisado de que tenía una visita. No me ha dado tiempo a dejar las tijeras. Mikhail Kurkov estaba junto a mí. 
-¿Por qué ha venido a verme?-le pregunto. 
-Deseaba verla de nuevo, milady-responde. 
                    Me coge la mano. Me la besa con reverencia. Noto cómo mi corazón empieza a dar brincos de alegría. No sé lo que me pasa. Me siento feliz de ver a Mikhail en mi casa. En mi jardín...
                    Empezamos a caminar por el jardín. Hace un día realmente agradable. 
                    El cielo está completamente despejado. No veo ni una sola nube en él cubriéndolo. Me gustaría creer que hay alguien más en el jardín. 
                     Pero Mikhail y yo estamos solos en el jardín. 
-¿Cómo está Becky?-le pregunto. 
                     Mikhail me responde que mi amiga se encuentra bien. Sigue destrozada por la ausencia de Alec. Yo entiendo su dolor. Becky me comentó una vez que nunca se casaría. Era, en sus palabras, una mujer usada. Había sido la amante de Alec. Él le había jurado amor eterno. Le había jurado que estaría siempre a su lado. Que su amor por ella era sincero, ya que, cuando Becky se entregó a él, era virgen. 
-Me pregunto cómo una joven como ella se entregó a un hombre al que no hacía ni dos horas que conocía-mascullo. Mikhail me oye hablar-Es una joven decente, Alteza. Se lo puedo asegurar. 
                    Mikhail da crédito a mis palabras. Me habla de ir a ver a Alec a Londres. De retarle a un duelo por el honor de Becky. Es su prima quién no le permite que haga eso. 
-Ama demasiado a ese miserable y no se da cuenta de que él no la ama-me comenta-Está ciega por amor a él. 
-El amor nos hace ciegos a los defectos de los seres que amamos, Alteza-afirmo-Se lo puedo asegurar. A mí me pasa lo mismo con mi prometido. 
                      Siento que no he debido de hablar de Piers. Pero he de ser sincera con Mikhail. Voy a casarme con Piers. No puedo romper con mi compromiso. Aunque me duela. 
-¿Y quién es el afortunado?-quiere saber Mikhail. 
                    Le hablo de Piers. Pero no hay en mi tono de voz algo que denote ilusión por mi boda. O amor por mi prometido...
                      De algún modo, Mikhail lo percibe. 
-¿Lo ama, lady Parthenia?-quiere saber-Dispense que me meta donde no me llaman. 
                     Me ha hecho esta pregunta. Pero no sabe que yo me he hecho a mí misma la misma pregunta muchas veces. 
-Es mi prometido-contesto. 
                    Eso no es suficiente para Mikhail. 
-Es su prometido, pero, ¿está enamorada de él?-insiste. 
-Hubo un tiempo en que lo quise mucho-contesto-Acababa de ser presentada en sociedad. Piers me perseguía. Me cortejaba. 
                    Yo me sentía halagada por las atenciones que me dispensaba. Tenía numerosos pretendientes. Pero quería pensar que Piers era distinto. 
                     Lo cierto es que no tardé mucho en acabar desilusionada con él. 
-Mi padre dice que estoy a tiempo de dar marcha atrás con la boda, si así lo deseo-añado-Pero, aunque no le haya puesto fecha, no puedo. 
                    Sigo con total escrupulosidad los dictados sociales. No puedo plantar a mi futuro esposo ante el Altar. Mi padre, muy a su pesar, se sentiría avergonzado de mí. 
-¿Siente que su prometido está enamorado de usted, lady Parthenia?-quiere saber. 
-Hace demasiadas preguntas-contesto. 
-Es una amiga de mi prima. Becky la adora y sufre porque no la ve feliz, milady. 
                    Pienso que Mikhail podría estar interesado en mí. Pero descarto esa idea porque apenas me conoce. 
-¿Y qué me dice de usted, Alteza?-le pregunto-¿Ha dejado alguna mujer en San Petersburgo llorando por usted? Una novia...Una prometida...Una esposa...
-Sigo soltero-responde-Y no hay ninguna prometida esperándome en San Petersburgo. 
-Es una pena. Es usted un hombre muy apuesto. Le creía con una legión de enamoradas. 

 

-Le agradezco su sinceridad, lady Parthenia. 
                     Me pongo roja como la grana. ¿Cómo me he atrevido a preguntarle a Mikhail si está prometido? ¿O si tiene novia? ¿O si está soltero? ¿En qué estaba pensando cuando he abierto la boca? 
-Le ruego que me disculpe, Alteza-me excuso enseguida. 
-No ha hecho nada malo-me asegura Mikhail-Usted tiene derecho a hacerme las preguntas que quiera. 
-Va a pensar de mí que soy una maleducada. 
-Está en su derecho a preguntarme lo que quiera. Yo me he excedido al hablarle de su prometido. Le prometo que no volverá a pasar. 
-No tiene importancia. 
                   Siento a Piers cada vez más lejos de mí. No sólo por el hecho de que él esté en Londres. 
                  Es en todos los aspectos. No sé lo que vi en él. No sé lo que me enamoró de él. Supongo que pequé de estúpida al sentirme halagada por Piers. Sus atenciones...
-Le seré sincera-decido. 
-¿En qué?-inquiere Mikhail. 
-En mi prometido...Yo...No sé lo que siento por él. 
                  De alguna manera, me siento mejor después de haber hablado. Le cuento a Mikhail que Piers se encuentra en Londres. 
                    No sé lo que está haciendo allí. Y, sinceramente, no quiero saberlo. Pero lo sospecho. Pienso que podría estar engañándome con otras mujeres. Mikhail me escucha con estupor. 
-Si siente eso, no debería de seguir adelante con sus planes de boda-me aconseja. 
                   He de seguir adelante con los planes de boda. 
                    Aunque no quiera. Porque no me queda otra opción que seguir adelante. No puedo fallarle a mi padre. No puedo provocar un terrible escándalo plantando a mi futuro marido poco antes de la boda. Aunque mi futuro marido me esté decepcionando una y otra vez. 
                    Mikhail me coge la mano y me la besa. 
-Usted merece ser feliz, lady Parthenia-me asegura.
-Me está pidiendo mucho-admito-No soy feliz.
-Está prometida con un hombre que no la merece.
-Quería a Piers. Hablo en pasado. Me cortejó cuando fui presentada en sociedad en Londres el año pasado. Parece que han pasado siglos desde entonces. Fue mi primer amor. Nunca antes había salido de Douglas. Me arrepiento de haber viajado a Londres. Fue un error.
-El error es su compromiso con lord Draxinger, lady Parthenia. Y aún está a tiempo de corregir ese error.