jueves, 3 de abril de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

20 DE ENERO DE 1817

-Es muy agradable verle de nuevo, Alteza-saludo a Mikhail. 
-El honor es mío, milady-me asegura. 
                    Nos encontramos en el jardín de mi casa. La visita de Mikhail me ha pillado por sorpresa. Me encontraba cortando algunas flores para colocarlas en el jarrón que hay encima de la mesita del salón. Frente al sofá...
                     La criada me ha avisado de que tenía una visita. No me ha dado tiempo a dejar las tijeras. Mikhail Kurkov estaba junto a mí. 
-¿Por qué ha venido a verme?-le pregunto. 
-Deseaba verla de nuevo, milady-responde. 
                    Me coge la mano. Me la besa con reverencia. Noto cómo mi corazón empieza a dar brincos de alegría. No sé lo que me pasa. Me siento feliz de ver a Mikhail en mi casa. En mi jardín...
                    Empezamos a caminar por el jardín. Hace un día realmente agradable. 
                    El cielo está completamente despejado. No veo ni una sola nube en él cubriéndolo. Me gustaría creer que hay alguien más en el jardín. 
                     Pero Mikhail y yo estamos solos en el jardín. 
-¿Cómo está Becky?-le pregunto. 
                     Mikhail me responde que mi amiga se encuentra bien. Sigue destrozada por la ausencia de Alec. Yo entiendo su dolor. Becky me comentó una vez que nunca se casaría. Era, en sus palabras, una mujer usada. Había sido la amante de Alec. Él le había jurado amor eterno. Le había jurado que estaría siempre a su lado. Que su amor por ella era sincero, ya que, cuando Becky se entregó a él, era virgen. 
-Me pregunto cómo una joven como ella se entregó a un hombre al que no hacía ni dos horas que conocía-mascullo. Mikhail me oye hablar-Es una joven decente, Alteza. Se lo puedo asegurar. 
                    Mikhail da crédito a mis palabras. Me habla de ir a ver a Alec a Londres. De retarle a un duelo por el honor de Becky. Es su prima quién no le permite que haga eso. 
-Ama demasiado a ese miserable y no se da cuenta de que él no la ama-me comenta-Está ciega por amor a él. 
-El amor nos hace ciegos a los defectos de los seres que amamos, Alteza-afirmo-Se lo puedo asegurar. A mí me pasa lo mismo con mi prometido. 
                      Siento que no he debido de hablar de Piers. Pero he de ser sincera con Mikhail. Voy a casarme con Piers. No puedo romper con mi compromiso. Aunque me duela. 
-¿Y quién es el afortunado?-quiere saber Mikhail. 
                    Le hablo de Piers. Pero no hay en mi tono de voz algo que denote ilusión por mi boda. O amor por mi prometido...
                      De algún modo, Mikhail lo percibe. 
-¿Lo ama, lady Parthenia?-quiere saber-Dispense que me meta donde no me llaman. 
                     Me ha hecho esta pregunta. Pero no sabe que yo me he hecho a mí misma la misma pregunta muchas veces. 
-Es mi prometido-contesto. 
                    Eso no es suficiente para Mikhail. 
-Es su prometido, pero, ¿está enamorada de él?-insiste. 
-Hubo un tiempo en que lo quise mucho-contesto-Acababa de ser presentada en sociedad. Piers me perseguía. Me cortejaba. 
                    Yo me sentía halagada por las atenciones que me dispensaba. Tenía numerosos pretendientes. Pero quería pensar que Piers era distinto. 
                     Lo cierto es que no tardé mucho en acabar desilusionada con él. 
-Mi padre dice que estoy a tiempo de dar marcha atrás con la boda, si así lo deseo-añado-Pero, aunque no le haya puesto fecha, no puedo. 
                    Sigo con total escrupulosidad los dictados sociales. No puedo plantar a mi futuro esposo ante el Altar. Mi padre, muy a su pesar, se sentiría avergonzado de mí. 
-¿Siente que su prometido está enamorado de usted, lady Parthenia?-quiere saber. 
-Hace demasiadas preguntas-contesto. 
-Es una amiga de mi prima. Becky la adora y sufre porque no la ve feliz, milady. 
                    Pienso que Mikhail podría estar interesado en mí. Pero descarto esa idea porque apenas me conoce. 
-¿Y qué me dice de usted, Alteza?-le pregunto-¿Ha dejado alguna mujer en San Petersburgo llorando por usted? Una novia...Una prometida...Una esposa...
-Sigo soltero-responde-Y no hay ninguna prometida esperándome en San Petersburgo. 
-Es una pena. Es usted un hombre muy apuesto. Le creía con una legión de enamoradas. 

 

-Le agradezco su sinceridad, lady Parthenia. 
                     Me pongo roja como la grana. ¿Cómo me he atrevido a preguntarle a Mikhail si está prometido? ¿O si tiene novia? ¿O si está soltero? ¿En qué estaba pensando cuando he abierto la boca? 
-Le ruego que me disculpe, Alteza-me excuso enseguida. 
-No ha hecho nada malo-me asegura Mikhail-Usted tiene derecho a hacerme las preguntas que quiera. 
-Va a pensar de mí que soy una maleducada. 
-Está en su derecho a preguntarme lo que quiera. Yo me he excedido al hablarle de su prometido. Le prometo que no volverá a pasar. 
-No tiene importancia. 
                   Siento a Piers cada vez más lejos de mí. No sólo por el hecho de que él esté en Londres. 
                  Es en todos los aspectos. No sé lo que vi en él. No sé lo que me enamoró de él. Supongo que pequé de estúpida al sentirme halagada por Piers. Sus atenciones...
-Le seré sincera-decido. 
-¿En qué?-inquiere Mikhail. 
-En mi prometido...Yo...No sé lo que siento por él. 
                  De alguna manera, me siento mejor después de haber hablado. Le cuento a Mikhail que Piers se encuentra en Londres. 
                    No sé lo que está haciendo allí. Y, sinceramente, no quiero saberlo. Pero lo sospecho. Pienso que podría estar engañándome con otras mujeres. Mikhail me escucha con estupor. 
-Si siente eso, no debería de seguir adelante con sus planes de boda-me aconseja. 
                   He de seguir adelante con los planes de boda. 
                    Aunque no quiera. Porque no me queda otra opción que seguir adelante. No puedo fallarle a mi padre. No puedo provocar un terrible escándalo plantando a mi futuro marido poco antes de la boda. Aunque mi futuro marido me esté decepcionando una y otra vez. 
                    Mikhail me coge la mano y me la besa. 
-Usted merece ser feliz, lady Parthenia-me asegura.
-Me está pidiendo mucho-admito-No soy feliz.
-Está prometida con un hombre que no la merece.
-Quería a Piers. Hablo en pasado. Me cortejó cuando fui presentada en sociedad en Londres el año pasado. Parece que han pasado siglos desde entonces. Fue mi primer amor. Nunca antes había salido de Douglas. Me arrepiento de haber viajado a Londres. Fue un error.
-El error es su compromiso con lord Draxinger, lady Parthenia. Y aún está a tiempo de corregir ese error. 

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