miércoles, 9 de marzo de 2016

LA HORA DEL TÉ

Hola a todos.
Por algún motivo, nos encanta la hora del té.
Da igual que no vivamos en Inglaterra. Da igual, como en mi caso, que no nos guste el té.
Juro que lo intenté probar en varias ocasiones, pero no pude tomármelo porque no me gusta.
Sin embargo, sentimos una intensa atracción por esta costumbre típicamente inglesa. Una atracción que ha ido creciendo con cada libro que leemos o con cada película que vemos.
Aquí os dejo con una foto que he encontrado navegando por Internet.
Pertenece a la hora del té.




¿Os apetece?

martes, 8 de marzo de 2016

LA LUCHA SIGUE

Hola a todos.
Hoy, se celebra el Día de la Mujer Trabajadora. 
¿Podemos decir que hemos avanzado algo en los últimos tiempos? Yo quiero pensar que así es. Antes, una mujer no era, ni siquiera, dueña de su cuerpo. 
Su padre, primero, y su marido, después, tomaban las decisiones por ella. 
Nunca se le tenía en cuenta su opinión. Nunca se le preguntaba lo que pensaba. Debía de permanecer encerrada en casa. 
Era poco menos que una esclava. Quiero pensar que hemos avanzado algo. 
Sin embargo, tengo mis dudas. La mentalidad de la gente es muy difícil de cambiar. Para muchos, un hombre que ha estado con muchas mujeres es un semental. Pero una mujer que ha estado con muchos hombres es una zorra. ¿Eso tiene lógica? Podemos hacer lo que queramos. Podemos pensar que un hombre que ha estado con muchas mujeres es un putón verbenero. Luego, está el hecho de que te pueden despedir del trabajo por quedarte embarazada. 
A un familiar mío le ocurrió eso mismo. 
No se la valora en su justa medida. Hollywood es muy machista. Pero son muchas las actrices que están peleando para que las cosas cambien. 
No cobramos lo mismo que los hombres. Se nos critica por cómo vestimos. 
Se nos sigue mirando con lupa todo lo que hacemos. ¿Hemos avanzado? Sí...Hemos avanzado algo. 
Por eso, la lucha de la mujer sigue. Por eso, no podemos rendirnos. Todavía nos queda mucho que conquistar. Hay demasiados países machistas. Donde la vida de la mujer no vale nada. 
Y hemos de acabar con ese machismo. El machismo que nos está haciendo daño. Somos iguales. 

¡FELIZ DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA! 


lunes, 7 de marzo de 2016

SIGO ADELANTE

Hola a todos.
Voy a tomarme un pequeño descanso. 
No voy a cerrar el blog. Pero tampoco voy a subir historias. 
El caso es que terminar mi relato Una Historia de la Prehistoria ha agotado un poco mis fuerzas. No ha sido nada fácil terminarla. 
Voy a seguir abierto con el blog. Pero necesito descansar un poco. Mi idea es terminar todas las historias que tengo a medio terminar. 
He logrado algo que parecía imposible. Y no voy a ocultar que estoy muy contenta. Pero debo de descansar antes de seguir. Debo de recobrar fuerzas. 
Me da algo de terror mirar todas las historias que tengo a medio terminar. Sin embargo, soy consciente de que están ahí. He leído historias que hay colgadas en blogs. Historias que están sin acabar. Que necesitan que alguien las termine. Que ese alguien sea su autor original. Dos buenas amigas, Anna y Claudia, fueron las que me dieron el empujón necesario para terminar todas las historias que tengo a medias. ¡Os estoy haciendo caso! 
Hay una blog novela a la que me enganché que se llama Blackwood Manor. Esta blog novela lleva casi cuatro años colgada. ¡Cuatro años! Y la blog novela es preciosa. He hablado de ella en mis otros blogs. Toda la blog novela está diseñada de manera que parece que estás viendo una serie de televisión. ¡Es maravillosa! 
No sé porqué no ha continuado con la historia. Sólo sé que no quiero terminar así. Sólo sé que quiero terminar con todo lo que tengo a medio terminar. Pero, antes, debo de descansar un poco. 

domingo, 6 de marzo de 2016

PRIMERA RESEÑA LITERARIA EN ESTE BLOG: "TATUADA A TU PIEL", DE ANNA S. SEGURA

Hola a todos.
Por lo general, subo las críticas literarias que hago a mi blog principal, que es "Un blog de época".
Sin embargo, no puedo acceder a la cuenta donde tengo tanto ese blog como otros blogs, que es mi cuenta principal. Estoy teniendo muchos problemas para acceder allí. La creé con un correo electrónico de Yahoo.
Esta cuenta la creé con un correo electrónico de Gmail. He oído que mucha gente que creó sus blogs con cuentas de Hotmail o de Yahoo están teniendo muchos problemas para acceder a sus blogs. Les compadezco porque me está pasando.
La novela que paso a reseñar fue un autorregalo que me hice cuando cumplí treinta y dos años (¡madre mía, ya no soy una niña!).
Anna S. Segura es una gran escritora que se mueve como pez por el agua en todos los géneros, ya sea contemporáneo, histórico o juvenil.
Hace unos dos años, decidió probar suerte con la novela erótica ¡y es una gran escritora de este género!
Las tres novelas eróticas que ha escrito, aunque se puedan leer de manera independiente, forman una trilogía.
Son:
-El Deseo. 
-Tentada al placer. 
-Tatuada a tu piel.
Voy a hacer la reseña de ésta última, ya que fue mi autorregalo de cumpleaños.
Cuenta la historia de Desirée y de Aitor. Ella es una joven profesora de primaria cuyo ex prometido la dejó una semana antes de la boda. Aitor es directivo comercial de una inmobiliaria, hijo de padre italiano y de madre española.
Los dos se conocen en una red social, algo que suele ser cada vez más frecuente. Hay muchas parejas en la vida real que se conocen a través de Internet. Entre conversaciones por chat, Desirée y Aitor se hacen amigos y algo más. Entre ellos, a pesar de que sólo se han visto por la web cam, existe una intensa atracción. Desirée y Aitor tienen familia y ellos van a jugar un papel muy importante en el desarrollo de esta relación.
Desirée tiene una hermana, Meghan, que representa a la hermana pluscuamperfecta en todo, a pesar de que su futuro marido es un indeseable. Como lo es también el jefe de Desirée, que la despide al no ceder a sus presiones para irse a la cama con él. ¡Menudo hijo de perra!
Meghan va a celebrar una fiesta y a Desirée se le ocurre la brillante de idea de pedirle a Aitor que acuda y se haga pasar por su prometido. Él acepta, pero con la condición de que Desirée finja ser su prometida ante la familia de él. Desde el minuto uno en el que se ven en persona, la atracción que había surgido entre ellos vía web cam va en aumento.
Me ha gustado mucho la manera de hablar de Desirée porque es una joven muy franca que se expresa con total naturalidad. Además, tiene un carácter bien definido, lo cuál se agradece.
Aitor me ha encantado. ¿Dónde están los hombres así? Cariñoso, atento, apasionado, muy unido a su familia, cuida de Desirée, a la que protege, sensual, ardiente. ¡El hombre ideal!
Es de familia acomodada, pero este detalle lo desconoce Desirée hasta que llegan a Florencia. Es decir, se enamora de la persona, no de la cuenta corriente. Un detalle que me ha gustado mucho.
Otro detalle es que Aitor enamora con sus frases en italiano. No sé el porqué siempre se ha dicho que el italiano es el idioma del amor. ¡Y es verdad! La descripción que hace de Florencia es muy buena. Sientes que estás allí, paseando por sus calles, viendo sus monumentos.
Otra cosa muy buena es que Aitor y Desirée son personas normales. Es decir, Aitor no es el típico protagonista atormentado por su pasado, sino que es un joven con la cabeza muy bien amueblada y las ideas muy claras. Desirée también tiene su carácter, lo cuál es de agradecer.
Aitor no quiere aislar a Desirée, cosa que parece estar de moda en las novelas eróticas, donde el protagonista parece empecinado en aislar a la protagonista. Quiere que se relacione con su familia y con sus amigos. La protege, pero también le da espacio. Es lo que debe de ocurrir en el contexto de una relación sana.
Se supone que su relación es sólo sexual y las escenas de sexo están muy bien logradas. Son muy apasionadas y sensuales, pero están bien repartidas y no copan diez páginas, sino que están en su justa medida. El sexo es importante en la trama, pero no es toda la trama.
Y no, no es una novela BDSM. Se sale mucho de esa línea que parece copar la Literatura erótica en los últimos tiempos, lo cuál es de agradecer. Eso sí, cuando Desirée y Aitor están juntos, ¡arden las páginas!
Como personaje a destacar, tenemos a Meghan, la hermana de Desirée. Es un personaje que, en mi opinión, está pidiendo a gritos tener su propia historia. Empieza siendo la típica hermana perfecta y algo sobrada que va a casarse con un gili..., pero empieza a evolucionar y se convierte en una mujer más madura, más comprensiva.
En resumen, tenemos una novela erótica, pero también romántica, porque hay mucho amor entre Aitor y Desirée. No se trata sólo de sexo, sino de amor.
Está narrada en primera persona y conocemos los sentimientos y los pensamientos de Desirée. Su manera de hablar la convierte en una persona cercana. Me pareció un personaje muy fresco y muy natural.
Sólo le pongo una pequeña pega.

SPOILER: Me habría gustado haber visto a Aitor dándole su merecido al cabronazo (con perdón) del director del colegio donde trabajaba Desirée. Soy algo sanguinaria y hay tres indeseables (Jason, Jorge y el director) que me dieron ganas de cortarles en pedacitos. Me habría gustado ver a Aitor en acción contra éstos. Lo dicho, soy algo sanguinaria, pero estos tres se merecen lo peor.



Si buscáis una historia de amor apasionada y sensual, si queréis conocer Florencia, si fantaseáis con conocer a un Aitor (dulce, romántico y fogoso), si estáis hartos de millonarios traumatizados y buscáis a personas con la cabeza bien amueblada si buscáis una novela erótica que no sea una copia de otras y donde haya sexo, pero también haya amor, ¡Tatuada a tu piel es vuestra novela!

PUNTUACIÓN: 9,5. MUY RECOMENDABLE.

¡Meghan merece tener su propia historia!

La podéis adquirir en este link:

http://www.amazon.es/Tatuada-tu-piel-Anna-Soler-ebook/dp/B018ZS16YW


sábado, 5 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

Hola a todos.
¡Se acabó! ¡He llegado, al fin, al final de este relato!
¡Lo he terminado!
Aquí os traigo el final de Una historia de la Prehistoria. 
¡Muchísimas gracias a todos!
¡Ojala os guste el final!

                          Había llegado el momento de abandonar la isla. La joven hembra lo entendía.
                          No...En realidad, no lo entendía. Algunos miembros de la tribu perecieron en la isla. Odiaba tener que comerse aquellos cuerpos. Odiaba el tener que hacerlo. Pero había que protegerlos de los depredadores.
                          Irse de la isla. Era muy triste. Su madre no lo entendía.
                        La noche anterior a la partida, volvió a encontrarse con el joven macho.
                         Éste recorrió con la lengua el cuerpo de la joven hembra saboreándolo. Degustándolo.
                         Algunos días después, la joven hembra empezó a andar de un lado a otro de la cueva donde habían buscado refugio.
                        La madre de la joven hembra se acostó en el suelo de la cueva, sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Su hija se había hecho mayor.
-Estamos haciendo lo que debemos de haber hecho hacer mucho tiempo-afirmó-Ya no había nada en aquella isla. 
-Pero nadie quería irse de allí-le recordó su hija-De algún modo, hemos sido felices viviendo allí. 
-Estamos destinados a seguir vagando. No podemos quedarnos en el mismo lugar porque nos moriríamos de hambre. 
                            La joven hembra se resistió a darle la razón a su madre. Miró a los demás miembros de la tribu. Algunos de ellos estaban dentro de la cueva con ellas. Alguien había hecho fuego.
                           Ya habían dado cuenta de la cena. Pero hacía mucho frío. Volvía a hacer mucho frío.
                           Había comenzado a llover con fuerza.
-¿Cómo estás?-le preguntó el jefe del clan a la madre de la joven hembra. 
-Me duele un poco la cabeza-respondió ésta. 
-Los espíritus quieren que estés mucho tiempo con nosotros. 
                       Le acarició el cabello con la mano.
                       La joven hembra se dio cuenta de una cosa. La forma en la que el jefe del clan miraba a su madre.
                       La miraba del mismo modo que el joven macho la miraba a ella. Había una gran ternura en su mirada. Había algo más en su mirada.
                       El resto de la tribu vivía en chozas que habían construido.
-Eres un jefe noble-le dijo al jefe del clan-Te estoy agradecida por el cariño que le demuestras tener a mi madre. Te respeto. 
-Eres muy buena-dijo él-Ten cuidado. El mundo está lleno de peligros. 
-Mi hija es muy agradecida-intervino la madre-Ya lo ves. Se preocupa mucho por mí. 
                    El jefe del clan la miró con ternura. Entendía lo que sentía el joven macho. A él le había ocurrido lo mismo cuando tenía su edad.
                     Y aquella hembra fue la primera hembra que montó tiempo atrás, quizás, en la misma isla que acababan de abandonar.
-Yo sólo quiero ayudar-dijo la joven hembra-Me gustaría participar en la caza del mamut. 
-¡Hija mía!-exclamó la madre. La pobre estaba horrorizada por las palabras que acababa de oír-¿Has perdido el juicio? La caza del mamut puede ser peligrosa. 
-Sí, porque soy una hembra, ¿no?-dijo la joven hembra con amargura. 
-Tu madre tiene razón-intervino el jefe del clan. 
-¿Piensas lo mismo? 
-Pienso que ninguno de los dos quiere que te pase nada. 
                    Los recuerdos de los lugares en los que habían estados eran confusos en su mente. El jefe del clan tenía la sensación de que iban por los mismos lugares. Todos los lugares por los que pasaban eran iguales. Para su mente...Para él...
                    La madre de la joven hembra rompió a llorar. Ésta la abrazó. Trató de consolarla. No podía entenderla.
                     Ni siquiera el joven macho la entendía.
-Es algo que debo hacer-dijo-Puedo ser tan fuerte como cualquier macho. Incluso, puedo ser una buena jefa. No quiero ocupar el lugar del jefe. Tiene una larga vida. 
-Los machos respetan mi autoridad-intervino el jefe del clan-Pero tú...Eres distinta. Los machos no lo entenderían. 
-Los machos son distintos de las hembras-afirmó la madre de la joven hembra-Sólo servimos para que se desfoguen con nosotras. Y para parir crías. Ellos se reúnen. Planifican las estrategias de caza. Nosotras no podemos hacer lo mismo. 
                        El joven macho se acercó a ella.
                        La abrazó con ternura.
-Yo sí te entiendo-le aseguró-Yo sí te apoyo. No cambies nunca. 
                         Posó sus labios sobre los labios de ella.

                         Después de quitar la piel al animal y los órganos, una cría que estaba entrando en la pubertad, cogió varios palos y frotando uno encima de los otros, provocó el fuego para asar el mamut.
                         El ambiente era animado. La joven hembra estaba muy emocionada. Había olvidado lo que se sentía al salir de caza.
                         El perseguir animal. El darle caza. Uno de los machos sacaba la grasa del cuerpo del mamut, ayudado por varias hembras; después, lo descuartizaron.
                        La joven hembra estaba muy contenta. Hacía tiempo que no veía tanta alegría en la tribu. Pero existía cierta sensación de tristeza. Están pensando en la isla, pensó la joven hembra. Desean volver allí. Porque están cansados de este continuo viaje a ninguna parte.
                         Dos machos colocaron a asar el mamut sobre dos orgollas de haya. El jefe de la tribu se sentó en un pedrusco y colocó a la joven hembra y a su madre entre él. Los demás imitaron los movimientos del jefe de su clan. Eran su familia. Eran su gente.
                         El joven macho buscó con la mirada a la joven hembra.
                         Se formó un corro alrededor del fuego. Entraron en calor.
                         Las hembras no paraban de hablar entre ellas. La joven hembra sentía una extraña emoción dentro de ella que no sabía cómo definir. Todas las hembras admiraban su osadía y envidiaban su valor.
-¿Y no tuviste ningún miedo?-inquirió una cría de hembra que ya había empezado a menstruar-Yo estaría muy asustada. No sería capaz de cazar a un mamut. 
-No tengo miedo-respondió la joven hembra, orgullosa y altiva-Iba armada con piedras. Pude defenderme. Le dimos caza. ¡Vamos a comer!
                     El joven macho había participado en la cacería del mamut de forma activa. No cabía en sí de gozo. Habían logrado capturar una buena presa. El mamut que habían cazado era enorme.
                     La joven hembra le dedicó una sonrisa. Su corazón comenzó a dar saltos dentro de su pecho.
                     Quería hacerle ver al mundo lo que sentía por ella. Quería demostrarlo de algún modo. Su corazón hablaría por él. Y eso fue lo que hizo.
                      Se acercó a ella.
                      La abrazó con fuerza.
                     Y posó sus labios sobre los labios de ella.



                       La entendía mejor que nadie. La apoyaba porque se sentía orgulloso de ella. No sabía cómo describir los sentimientos que aquella joven hembra despertaban en él. No podía saberlo.
                       De haberlo sabido, se habría dado cuenta de que estaba enamorado de ella.

FIN

viernes, 4 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

Hola a todos.
Debía de subir hoy el último fragmento de mi relato Una historia de la Prehistoria. 
Debido a que lo considero demasiado largo, hoy, subiré el penúltimo fragmento.
El final, el desenlace definitivo, llegará mañana.
¡Deseo de corazón que os guste!

                        Es sólo un acto mecánico, pensó la joven hembra.
                        Observó al joven macho tallar la piedra. El ambiente en la isla era bastante lúgubre.
                       Una de las hembras estaba preñada. Iba a dar a luz a una cría. Sin embargo, aquella mañana, había despertado sangrando. Le dolía mucho el vientre.
                       Finalmente, había expulsado algo de su interior que no era un bebé. Y tampoco se movía.
                      La joven hembra se paseó por la isla. No podía quitarse de la cabeza las cosas que hacía con aquel joven macho.
                       Céntrate, pensó. Debía de buscar comida. Se puso de rodillas en el suelo. A lo mejor, veía algún insecto apetitoso.
                      No vio nada. Se puso de pie, sintiéndose furiosa consigo misma. No entendía nada de lo que le pasaba.
                     Aquel joven macho estaba siempre cerca de ella. No podía verle. Sin embargo, sabía que no estaba pescando en el río. Ni estaba tallando la piedra.
                     Estaba cerca de ella. Los recuerdos acudieron a su mente.
                     Desde hacía algo más de una semana, se encontraban entre la espesura de los árboles. Noche tras noche...
                     ¿De verdad era tan agradable sentir el peso de su cuerpo encima de ella? Meneó la cabeza.
                     Debía de despejar su mente. Pero seguía pensando en él.
                     ¿De verdad era tan agradable sentir la lengua de aquel joven macho recorriendo todo su cuerpo?
                     No debía de pensar así. Decidió regresar donde estaban las demás hembras.
                     No quería recordar a aquel joven macho moviéndose cuando estaba dentro de ella. Los dos cuerpos se fundían en un solo ser.
                      Vio a la hembra que acababa de perder a su cría. Otra hembra la estaba enterrando. Había mucha angustia en los rostros de las hembras.
-¿Qué ocurre?-preguntó la joven hembra. 
                       Su madre estaba allí. Le lanzó una mirada cargada de angustia. La hembra que acababa de abortar no dejaba de sangrar.
                       Se temía por ella. Acabaría muriéndose allí mismo. Entonces, ¿qué iban a hacer?
                        Hacía calor. Todos los miembros iban completamente desnudos. Al llegar los fríos, se cubrían los cuerpos con ropas confeccionadas con las pieles de los animales que cazaban. ¿De verdad había transcurrido tanto tiempo desde que llegaron a aquella isla? La joven hembra estaba atónita. Cuando llegaron, el río estaba congelado. Hacía mucho tiempo que el río estaba descongelado. Pero seguían en aquella isla.
                          Es magia, pensó la joven hembra. Nos retiene aquí. No podemos abandonar este lugar.
-Nos iremos-le dijo su madre-Construimos aquí cabañas para protegernos del frío. Las cabañas están destruidas. Hemos de irnos de aquí. Ya no nos queda nada. Hemos cazado todos los conejos. Hemos de volver a seguir caminando. Buscando comida. Las crías acabarán muriendo. Temo por esta hembra. 
-¿Y cuándo nos iremos, madre?-le preguntó la joven hembra. 
-No lo sé. Nuestro líder lo decidirá. 
-¿Es necesario irnos y seguir yendo de un lado a otro sin rumbo? 
-Hija...
-Lo sé. 
-No discutamos. Busca hojas. Tenemos que detener la hemorragia. Cuando alguien pierde mucha sangre, acaba muriendo. No podemos dejar que su cuerpo se lo coman los animales. Nos lo comemos nosotros. Sé que te da rechazo hacerlo. Siempre te ha pasado lo mismo. 
-No hablemos de ello, madre. 
-Está bien. Siempre has sido distinta a las demás hembras, hija. Soy tu madre. Y lo noto. 
                     La joven hembra se alejó de allí.
                     Luchó por no pensar en las manos del joven macho acariciando su cuerpo. En sus labios paseándose por su cuerpo.
                      No era el momento. Debía de ocuparse de aquella hembra. Y pensar que acabarían abandonando aquella isla. Aquel lugar lleno de magia...

 

jueves, 3 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

Hola a todos.
Mañana, llega el gran día. ¡Esta historia tendrá el final que se merece!
De momento, aquí os traigo el penúltimo fragmento.
Os agradezco vuestras lecturas. Ello me anima a seguir escribiendo. ¡Estoy super motivada con esta historia!
Veamos lo que pasa hoy.

                            No sé lo que me pasa, pensó la joven hembra. No lo puedo entender.
                            Esa noche, los hombres de la tribu se reunieron en un aparte después de cenar. El joven macho estaba muy nervioso. El jefe de la tribu había presenciado uno de los encuentros entre la pareja. Y no estaba nada contento.
                           No me gusta, pensó. Por algún extraño motivo, sentía el impulso de proteger a la joven hembra de aquel joven macho que parecía pensar sólo en aparearse con ella y ello le repugnaba hondamente. Debía de hacérselo entender.
-No te entiendo-replicó el joven macho-Hay muchas hembras en el clan. Lo único que hemos hecho ha sido estar juntos, pero no hemos hecho nada más. No es la clase de hembra que se deja aparear con cualquiera. 
-Es muy dura-dijo un macho de más edad. 
-¡Ten cuidado con lo que dices!-le amenazó el jefe del clan. 
-Sólo he dicho lo que pienso. 
                          El jefe del clan le lanzó una mirada feroz a aquel hombre. No le gustaba escuchar aquella clase de comentarios. La joven hembra de la que estaban hablando no era como las demás. Él lo sabía bien.
-¿Es que te has desfogado con ella?-le increpó con rabia. 
                     El joven macho les dejó discutir. Sentía también rabia. Ardía dentro de él. No sabía cómo expresar aquella cólera. El deseo de gritarle de que nadie más podía estar con ella. De la misma forma que él no podía estar con nadie más. Las demás hembras habían perdido todo su encanto. No eran ella.
                      Había posado sus labios sobre los labios de la joven hembra.
                      Había disfrutado haciendo eso, por lo que había posado más veces sus labios sobre los labios de ella.
                       Estaba cerca de él. Sintiéndose extrañamente cohibida.
-A veces, no quiere-dijo el otro macho-Todo el mundo sabe cómo es. Pocos son los machos que lo han logrado. Es cuando ella quiere. Sabe imponerse. Es más fuerte que las demás hembras. Tú la conoces bien. La has criado. Empuja. Golpea. Pocos son los machos que la pueden someter. Es más. No existe el macho que la pueda someter. 
-Ella sabe hacerse imponer y respetar-afirmó el jefe del clan-Es una hembra. Me da pena. Es fuerte. Sabe cazar. Y no le tiene miedo ni a nada ni a nadie. Debería de liderar ella la tribu cuando yo falte. 
                       El joven macho se apartó de ellos. Quería recordar los momentos vividos con la joven hembra. En la espesura...Entre los árboles...
                      La había abrazado con ternura.
                      ¡Qué raro! Todo era raro.
                      Pensaba en ella. Se despertaba en mitad de la noche. Y había soñado con ella.
                      ¿Por qué le pasaba eso? ¿Por qué no lograba arrancársela de la cabeza? ¿Sólo de la cabeza? No...Era algo más.
                       Se había sentido muy feliz sólo con abrazarla. Sólo con posar sus labios sobre los labios de ella.
                      El joven macho no quería estar con otras hembras. Sólo quería estar con ella. Sentía que era suyo. De la misma manera que sentía que era ella suya. Se pertenecían el uno al otro.
                      Lo supo la primera vez que se desfogó con ella.
                      Hubo algo raro aquella vez. No se trató de un simple impulso.
                      Experimentó algo raro al unir su cuerpo con el cuerpo de ella.

-¿Cuándo vamos a abandonar la isla?-preguntó uno de los machos-¿Qué clase de magia hay aquí? Magia...Tiene que ser eso. Por eso, no nos vamos. 
                 Nadie levantó la mano.
-¿Por qué no nos vamos de aquí?-preguntó otro macho. 
                   Tampoco nadie levantó la mano para proponer una idea.
                   La joven hembra estaba cerca de ellos. Sentía curiosidad por saber lo que pasaba.
-Podíamos quedarnos aquí por más tiempo-intervino-Ya han desaparecido los hielos. Se puede pescar y hay abundantes peces. Es verdad que no hay animales gigantes. Pero hay animales pequeños. Y hay para todos. Podemos quedarnos aquí un rato más. 
                    Miró a todos los machos.
                   Éstos empezaron a entonar cánticos de caza. En medio de aquel barullo, la madre de la joven hembra se acercó a ella.
                    No le gustaba verla asistir a las reuniones de los machos.
                    De modo que la alejó discretamente de allí. Los machos presenciaron la escena. El joven macho la miraba con estupor. Había demostrado ser muy valiente.



-Hija...-la regañó la madre. 
-He dicho lo que pensaba-replicó la joven hembra. 
-No puedes ni siquiera tener pensamientos. 
-¡Eso es una estupidez! Me gusta este sitio. 
-No vamos a estar aquí mucho tiempo. Nos iremos antes o después. Es sólo un lugar más. Tenemos que irnos. La caza es escasa. No podemos alimentarnos de peces. 
-Lo sé. 
-Me alegro de que lo entiendas. 
                       El jefe del clan miró a la joven hembra. Sintió algo raro en su interior. Lo que sentía tenía nombre. Era orgullo.
                        El joven macho no pudo conciliar el sueño aquella noche. No dejaba de pensar en aquella joven hembra.
                        Todo lo que sentía por ella era muy fuerte. ¿Cómo lo podía definir con gestos? ¿Lo podía definir con palabras?
                        Ella...
                        Deseaba poder expresarse. Deseaba poder hacerle saber lo que sentía.
                        ¿Un macho podía albergar tales sentimientos por una hembra? Existían los lazos que unían a las madres con los hijos. Que unían a los hijos que habían nacido de la misma hembra.
                         Las hembras se apoyaban entre ellas. Los machos se apoyaban entre ellos.
                         De algún modo, todos eran miembros de la misma familia. Las parejas, en teoría, no existían. Los machos podían desfogarse con cualquier hembra. Pero sí que había casos en los que existían un fuerte vínculo entre ellos. No eran pareja. Ese concepto no existía como tal.
                         O eso era lo que él pensaba. ¿Y qué sentía ella por él? No lo sabía. ¿Tendría tales pensamientos? Era una joven inteligente. En ocasiones, parecía que no era una de ellos.
                         Empezó a fijarse en ella cuando la vio cazando. Se puso tenso. Vio algo por el rabillo del ojo. Se sentó en el suelo. La luz de la Luna iluminó la silueta de la joven hembra. Se estaba acercando a él. Una curiosa expresión iluminaba tanto su cara como sus ojos.
                        Se había atrevido a dar aquel paso.
-No podía conciliar el sueño esta noche y sentía que me estabas llamando-le contó ella. 
                        El joven macho la hizo sentarse a su lado sobre la hierba.
                        Empezó a lamer su cuello al tiempo que la hizo recostarse con suavidad sobre la hierba.
                       Ningún miembro de la tribu se dio cuenta. Todos ellos estaban profundamente dormidos.

miércoles, 2 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

Hola a todos.
Lo prometido es deuda.
Aquí os traigo la segunda parte de mi relato Una historia de la Prehistoria. 
Vamos a ver lo que ocurre dentro de nuestro clan heidelbergensis.

                        Todos los días, los miembros del clan se sentaban en el suelo a comer. Hacía días que estaban en la isla. Lo cual tenía maravillada a nuestra joven hembra.
                       No había animales en la isla. Los hombres cazaban los pocos conejos que allí había. Pero había buena pesca. Solían pescar por separado, capturando los peces que atrapaban con sus propias manos. Debían de repartirlos entre todos los miembros de la tribu. La joven hembra les escuchaba con interés. El jefe del clan guardaba silencio. Había cosas que no se podían hablar delante de una hembra.
                    Antes, cuando no estaban en la isla, discutían sobre la estratagema de caza y luego la sometían a votaciones. Lógicamente, la más votada era la que se llevaba a cabo.
                      El joven macho la miró.
                      Deseaba hacer algo para llamar su atención. Los machos estaban cansados de estar en la isla.
-Tenemos que irnos ya de aquí-dijo un macho-Llevamos demasiado tiempo. 
                     El joven macho había demostrado ya sus dotes como cazador.
                    No hacía tanto, habían estado en un lugar. Más adelante, se fundaría en ese lugar la ciudad de Abindgon.
                    La caza allí era abundante. El joven macho quería lucirse ante aquella joven hembra. Demostrarle que podía protegerla.
                    Ya participaba en las reuniones de caza. Había alcanzado la edad adulta. Podía convertirse en un experto cazador. Sabía que ella también cazaba. Lo cual no estaba del todo bien visto. Pero el jefe del clan hacía la vista gorda muchas veces con ella.
                    Recordó una de las reuniones. Nadie lograba ponerse de acuerdo en ningún aspecto de la caza.
-Yo propongo que llevemos al mamut hasta el precipicio-propuso uno de los machos-Como no puede escapar, los atraparemos fácilmente. Tendremos pieles para protegernos del frío. 
-Permíteme corregirte-intervino otro macho-, pero debajo de ese precipicio hay un riachuelo. El mamut, al verse atrapado, podrá escapar tirándose al agua. La corriente lo arrastraría y sería imposible atraparlo. Moriría. Y habríamos perdido una pieza de caza valiosa. 
-Buena reflexión, amigo-alabó otro macho-Lo mejor que podemos hacer es cogerlo por sorpresa y lanzarle piedras y lanzas hasta matarlo. Es lo que siempre hacemos. ¿Por qué vamos a cambiar la estrategia? 
-Yo veo varios inconvenientes-intervino el joven macho-Uno de ellos es que el mamut podría escapar tan rápido que no lo podríamos atrapar. Ha ocurrido otras veces. Otro es que el mamut podría volverse contra nosotros y atacarnos. 

                   La joven hembra pensaba en que era mucho más feliz en aquella isla que en cualquier otra parte.
                  Había algo peculiar en ella. No sabía cómo definirlo. Podía ser que era un lugar mágico.
                  No debía de pensar en animales salvajes. No habían animales salvajes.
                  Comían insectos. Comían las hojas de los árboles. Los frutos que los árboles daban.
                  Sonrió contenta. El joven macho quería verla.
                  Todo el mundo parecía distraído. De modo que pudo escaquearse. Él lo había hecho.
                  Su madre presenció la escena. Estaba viendo a un macho que tallaba la piedra. Se dirigió hasta donde estaba una de las crías. Era uno de sus hijos.
-¿Adónde va mi hija?-le preguntó. 
-Va a ver a uno de los machos-respondió el chiquillo-La espera entre los árboles. Quiere hablar con ella. 
              La madre del joven macho también presenció la escena. Se acercó hasta allí. Veía a su hijo demasiado entontecido por aquella joven. ¡Y no era más que una hembra! Había muchas hembras en el clan.
-¿Qué pasa aquí?
-No pasa nada-respondió la madre de la joven hembra-Es sólo que tu hijo está interesado en mi hija. Nada más...La espera entre los árboles. Le quiere decir algo. 
-El mensaje...¿quién te lo ha dado?-le preguntó al crío la otra hembra-Dime la verdad. ¿Es mi hijo?
-¿Tengo que decir la verdad?-inquirió el crío. 
-Me temo que sí. 
-Guardarme el secreto. 
-Tu madre y yo te lo guardamos, pero dime qué es lo que está pasando aquí. 
-Tu hijo, ha sido tu hijo. 
                  Todo el mundo estaba demasiado ocupado con sus cosas. Nadie se dio cuenta de nada. Las madres de nuestra pareja estaban algo atónitas. Podían sentir miles de emociones.
                  Podían llorar. Podían lamentar la muerte de un miembro de la tribu. Podían sufrir al ver a una de las crías enfermas.
                  Podían reír. Podían llorar. Pero no sabían cómo explicar el amor. No lo habían experimentado nunca. Sí, habían sentido placer.
                  La joven hembra se internó entre la espesura de los árboles. Era un lugar donde no podían perderse. Pero todo estaba lleno de árboles.
                  Efectivamente, allí estaba el joven macho esperándola. En el suelo, estaba un conejo que había cazado y que había descuartizado.
-Te estaba esperando-dijo el joven macho, al verla-¿No te alegras de verme? 
                  La joven hembra arqueó las cejas.
-¡Ah!-exclamó-¿Sí? ¡Qué curioso! 
                  El joven macho se acercó a ella y la abrazó.
                  Ella se separó.
-Siéntate, supongo que tendrás hambre-la invitó-No he comido en todo el día. Quiero comer contigo. Pasar un rato a solas contigo. 
                  La joven hembra enrojeció al oír un suave ruido que fluía de su estómago.
-Pues sí...-dijo-No he probado bocado en todo el día. 
-Me disponía a comer. Vamos, ¡siéntate y come conmigo! He cazado este conejo para ti. 
                  La joven hembra tomó asiento a su lado.
                  El joven macho la volvió a abrazar y le lamió la mejilla.
-¿Por qué haces eso?-le preguntó ella, sobresaltada. 
-Quiero hacerlo-respondió él. 
-Por favor...¿Es que tienes ganas? 
-Tengo hambre. No tengo ganas de hacer otras cosas. Vamos a comer. 
-Está bien. 
                 Empezaron a comer. Ella no dejaba de mirarle.
                 Había algo descarado en su mirada. Pero, al mismo tiempo, había algo inocente en ella.
                 Había parejas en el seno del clan. Había machos que siempre escogían a la misma hembra para desfogarse.
                  La madre del joven macho se había apareado muchas veces con el mismo macho. Las crías que había tenido eran su viva imagen.
                  Lo mismo había ocurrido con el jefe del clan. Se apareaba con la misma hembra. Se establecían lazos entre ellos. Los machos protegían a las hembras. Se desvivían por los hijos que éstas traían al mundo.
                  ¿Podía tratarse de amor? ¿Qué era el amor? Nadie lo sabía. El joven macho sólo sabía que quería estar cerca de aquella joven hembra. Necesitaba estar con ella a todas horas.



martes, 1 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

Hola a todos.
No recuerdo cuándo empecé a escribir esta historia.
Sólo sé que empecé a escribirla hace mucho tiempo. Sin embargo, siento que va siendo hora de que la termine.
¿No os parece?
Empecé a escribirlo con la idea de convertirlo en una novela. Sin embargo, la dejé por la mitad.
Me ha quedado un relato corto y sencillo, pero pienso que es bonito y que merece la pena que vea la luz.
Si no puedo terminarlo hoy, lo dividiré en varias partes y subiré el resto todos los días hasta que lo termine.
¡Promesa!
El título no es nada original, ya que se titula Una historia de la Prehistoria. 
Deseo de corazón que os guste.
Tiene muchos fallos porque era muy cría cuando empecé a escribirlo, aunque hay cosas que he corregido.

UNA HISTORIA DE LA PREHISTORIA

                   El tiempo pasaba muy deprisa. 
                   El grupo de nómadas había llegado a aquella isla. No sabían el tiempo que iban a pasar allí. 
                   La joven hembra del grupo no se separaba en ningún momento de su madre. El jefe de la tribu la miraba con algo parecido al orgullo. Hacía poco tiempo que el cuerpo de la joven hembra había comenzado a desarrollarse. 
                   Había bastante parecido físico entre la joven hembra y el jefe de la tribu. 
                   No en vano, el jefe había tenido contactos con la madre de ella. Siempre lo hacía cuando deseaba desfogarse. Y ella siempre estaba dispuesta. 
                    Uno de los machos la observó mientras ella se estaba bañando en el río. Era un macho joven. Aquella joven hembra despertaba emociones desconocidas en él. No sabía cómo expresarlo. No podía hablar. Pero, en cambio, sí podía sentir. Y todo lo que sentía era intenso. 
                  La joven hembra se irguió. 
                  El vello de su cuerpo se erizó. Sentía que alguien le estaba mirando. Miró en todas direcciones. No había muchos animales en aquella isla. Había otras personas lavándose en aquel río que se llamaría río Támesis más adelante. 
                    La isla recibiría el nombre de Nag's Head. 
                    Era una isla pequeña. Estaba llena de árboles. 
                     Todos los miembros del clan decía que la joven hembra no era como las otras hembras de la tribu. 
                     Era muy valiente. No buscaba la protección de los machos. No le temía ni a nada ni a nadie y deseaba demostrarle a toda la tribu lo fuerte y lo valiente que era. Sabía dónde buscar comida. Sin embargo, agradecía estar en aquella isla. Buscaba la manera de comunicarse con los miembros de la tribu. 
                    Es algo raro. Pero se podía decir que aquella joven hembra era muy inteligente. 
                    Eran los primeros humanos que habían llegado a Inglaterra. Eso no lo sabían. Desde la orilla, se podía ver a otros humanos. 
                    Otros clanes que iban de un lado a otro. 
                    La joven hembra había demostrado ser muy buena en muchas cosas. 
                    Había demostrado ser muy buena a la hora de cazar. Había demostrado ser muy buena a la hora de buscar alimento. En ocasiones, las otras hembras no la entendían. Era como ellas. Pero, al mismo tiempo, era distinta a ellas. 
                    Había demostrado ser capaz de hacer fuego frotando varias ramitas. Su cabeza era un verdadero hervidero de ideas. Ideas que no sabía cómo hacer salir a flote. 
                     El clan era de Homo Heidelbergensis. 
                     La hembra era joven. 
                     Sabía lo que los machos esperaban de ella. Ser una buena madre para las crías que debía de traer al mundo. 
                     Pero la veían demasiado valiente. Demasiado fuerte...Demasiado inteligente...Ayudaba a las otras hembras. Se preocupaba por las crías. Intentaba ayudarlas en todo lo que podía. Sufría cuando algún miembro de la tribu estaba enfermo. Y sufría cuando ese miembro de la tribu moría. 
                     Se la veía siempre alegre. Había una sonrisa permanente en sus labios. Una sonrisa permanente en su mirada...
                      No sabía dónde estaban. A veces, sentía que estaban haciendo algo que no tenían ningún sentido. Su manera de ser se había forjado al calor de la vida nómada que llevaba. 
                       Por aquel entonces, el tiempo estaba muy rebelde y la tribu tenía que luchar contra el frío y los hielos perpetuos. 
                        El río Támesis estaba congelado. 
                        Habían podído llegar hasta la isla de Nag's Head andando. ¡Por encima del río! 
                        La joven hembra se sentía cansada. 
                        Cansada de ir de un lado a otro. Cansada de aquel viaje que no parecía tener nunca fin. Se retiró a la sombra de uno de los numerosos árboles que crecían en la isla. Estaba cansada. En todos los sentidos...
                        Sabía lo que era sentir el cuerpo de uno de los machos encima de ella entrando y saliendo de su cuerpo. 
                         Había otros grupos que eran iguales que ellos, pero nunca se relacionaban. O, si se relacionaban, la cosa terminaba en una pelea. No se diferenciaban en nada. 
                       Cazaban animales. Pescaban peces. Y comían los frutos silvestres que recolectaban. Y había numerosos frutos silvestres creciendo en aquella isla. 
                        Por aquel entonces, las tribus iban de un lado a otro, como aves migratorias, en busca de animales para cazar y de plantas para comer. Solían vivir en cuevas, pero también al aire libre. Nuestra joven hembra sabía lo que era vivir en una cueva. 
                       Esa noche, durmió en el suelo. O, al menos, intentó conciliar el sueño. A veces, tenía extraños sueños. Sueños que ni siquiera entendía su significado. Sólo veía a gente que vivía en un lugar. En el mismo lugar...Sin moverse de allí. 
                       Yo quiero eso. Quiero quedarme en un lugar fijo. No quiero seguir con este viaje infinito. ¿Hacia dónde vamos? No lo sé. Nadie lo sabe. Ni siquiera el jefe de nuestro clan sabe adónde vamos. Es algo que hacemos sin saber el porqué. 

                      Es distinta. 
                      El joven macho recibió una palmada en la espalda de un macho de más edad. Se había dado cuenta de lo que estaba haciendo. 
                      Se subió con agilidad a uno de los árboles. Arrancó una rama. Tenía muchas hojas. Bajó del árbol dando un ágil salto.
                      La buscó. Sabía dónde estaba. Sabía que estaba haciendo lo mismo que había hecho él. Y no se equivocó. La encontró subida a la rama de un árbol. 
-Baja. 
                     La llamó por señas. Ella estaba intentando arrancar una rama. Se detuvo al sentir que la estaban llamando. 
                     Lo vio. Estaba agitando la rama que acababa de arrancar de manera triunfal. 
                     Su gesto llamó la atención de los demás integrantes de la tribu. Su manera de cortejar a aquella hembra era bastante curiosa. El clan estaba compuesto por unos veinticinco miembros. 
                      Todos estaban unidos de algún modo. Se podía decir que todos eran parientes. La madre de aquel joven macho había nacido de la misma hembra de la que había nacido la madre de la joven hembra en la que él estaba interesado. 
                       Eran hermanas. Pero no sabían cómo definir su lazo familiar. 
-Una rama...-añadió el joven macho-Para ti...
-Rama...-dijo ella-Para mí...
                      La joven hembra lo miró extrañada. Lo que sentía por aquel joven macho era algo curioso. Se ponía muy nerviosa cuando él estaba cerca. Sin embargo, le gustaba cuando él la miraba. Su corazón latía a gran velocidad. 
                     ¿Era eso normal? 
                      Los machos de más edad se echaron a reír. Era evidente que algo raro pasaba ahí. Con aquellos dos...
                      Lo achacaron a varias cosas. Eran muy jóvenes. 
                      Ella había estado con muy pocos machos. Él, a su vez, había estado con muy pocas hembras. 
                       Todos habían tenido relaciones entre sí. No se relacionaban con nadie fuera del clan. 
-Come-le pidió el joven macho-Están muy buenas. 
                       El jefe del clan torció el gesto. 
                       No me gusta, pensó. Esto no está bien. No es lo suficientemente valiente para ella. No es lo suficientemente fuerte para ella. No sabrá cómo protegerla. No sabrá qué hacer si la ataca una fiera. No sabrá cuidar de sus crías. No sabrá hacer nada. Se merece otra clase de macho. Alguien más fuerte...
                     El joven macho ya sabía lo que era estar encima de aquella hembra descargando su deseo sexual con ella. Al contrario que le había pasado con otros machos, ella había disfrutado del peso de su cuerpo y de la invasión de su miembro en su interior. 
                      Lo deseaba. ¿Podía sentir deseo hacia aquel joven macho? Arrancó una hoja de la rama arrancada. 
-Vamos-insistió el joven macho, nervioso. 
                      Ella le dedicó una sonrisa pícara. Su estómago rugió casi con furia. Era evidente que tenía hambre. Se metió la hoja en la boca. 
                      Empezó a masticarla sin dejar de mirar al joven macho. Acabó tragándosela. 
                      La madre de la joven hembra tampoco estaba muy contenta. El hielo estaba empezando a resquebrajarse. Su hija había podido lavarse en la zona del río donde el hielo estaba ya deshecho. 
                      En unos días más, se podría pescar. De hecho, ya había varios machos que se metían en las aguas heladas a pescar. No me gusta,a pensó la madura hembra. Van a terminar enfermando. 
                       Y van a terminar muriendo. Estaba acostumbrada a esas situaciones. Pero, en el fondo, le dolían. Miró otra vez a su hija. Estaba creciendo. 
                       Mal asunto, pensó. 

lunes, 29 de febrero de 2016

LOUISA MAY ALCOTT

Hola a todos. 
Sigo con nuestro especial dedicado a la gran escritora Louisa May Alcott. 
Aquí os traigo otra de sus frases. 
Espero que os guste. 

"¡Animo, corazón mío! Siempre hay luz detrás de las nubes."

domingo, 28 de febrero de 2016

UNA FRASE DE LOUISA MAY ALCOTT

Hola a todos.
Entre hoy y mañana, me gustaría dedicarle un pequeño homenaje a una gran escritora. Se trata de Louisa May Alcott.
Todos la conocemos por ser la autora de una novela que nos ha marcado mucho a todos, la inolvidable Mujercitas. 
De Mujercitas salió una saga donde tiene como protagonista principal a Jo, la que ha sido para muchos un verdadero modelo a seguir.
Pero tiene otras novelas, como Una muchacha anticuada. 
Aquí os traigo una de sus frases.

"El amor desecha el temor, y la gratitud vence al orgullo."


sábado, 27 de febrero de 2016

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

16 DE FEBRERO DE 1817

                         No puedo conciliar el sueño. 
                         Paso gran parte de la noche sentada en el alfeizar de la ventana de mi habitación. No he podido ver a Mikhail en todo el día. En cambio, he recibido la visita de mi prima Miranda esta tarde. 
                         Miranda me dio un abrazo nada más verme en el salón. 
-¡Tenía muchas ganas de poder hablar contigo!-me contó-No creo que pueda seguir así mucho tiempo. 
-¿A qué te refieres?-le pregunté. 
-A Damien...Y a mí...
                        Nos sentamos en el sofá. 
                        Miranda ha pasado toda la tarde contándome lo mal que va su matrimonio con Damien. 
                        No pude evitar pensar en lo mucho que Damien y Alec se parecen. 
                        Miranda se siente prisionera de su marido. ¡Ni siquiera puede salir de casa! 
                        Me contó que había logrado burlarse de su doncella. Por eso, había venido a verme. 
-¡Eso no es normal!-me horroricé. 
                         Miranda me aseguró que eso era lo normal. Una mujer se debía a su casa y a su marido. En cambio, su marido podía hacer lo que le viniera en gana. 
-Incluso...-titubeó Miranda-No te lo puedo contar. 
-¿Qué me quieres decir?-la interrogué. 
                         Miranda no me quiso contar lo que le pasaba. Pero tuve la sensación de que me estaba ocultando algo. La vi inquieta y muy asustada. Trató de fingir que lo que deseaba contarme, pero que, al final, no me contó, no era nada de importancia. 


                     Ahora, no puedo conciliar el sueño. No puedo evitar estar preocupada por Miranda. 
                     Tengo miedo de que pueda terminar cometiendo una locura. Le he visto la mirada. 
                      Miranda me dio un beso en la mejilla antes de irse. 
-Deberías de alejarte de lord Draxinger-me aconsejó-No te hará nunca feliz. 
-¿Por qué lo dices?-le pregunté. 
-Sigue en Londres. O eso es lo que tú crees. 
-Pues...
                        Ignoro dónde está Piers. He de ser sincera. No me importa en absoluto Piers. No estoy enamorada de él. Nuestro compromiso es un error. Mikhail ha aparecido en mi vida y la ha puesto del revés.