jueves, 22 de mayo de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

27 DE ENERO DE 1817

-Becky se encuentra mejor-me explica lady Miranda cuando acudo a visitarla a su casa al día siguiente-He logrado que se de un pequeño paseo por el jardín. Aunque no hemos podido estar mucho tiempo fuera. Su mucama se equivocó. Empezó a llover. 
-Me alegra saberlo-afirmo-Estaba muy preocupada por ella. 
                     Lady Miranda me recibe en el salón. Se sienta ante un piano de cola que hay en el fondo. Lady Miranda toca unas notas. 
-Soy una de las mejores actrices que hay en este país-se jacta-Pero se me da muy mal interpretar una pieza al piano. Damien me regaló este piano. Creía que sabría tocarlo. Que me habrían enseñado en el orfanato donde me crié a tocarlo. Por desgracia, no fue así. Nuestro benefactor estaba interesado en abusar de nosotras. 
-¿Cómo dice?-le pregunto, perpleja-No la entiendo. 
                       Lady Miranda deja de tocar el piano. Me mira con gesto serio. Debe de pensar que he estado muy sobreprotegida por mi padre. 
                       En el fondo, tiene razón. No sé cómo funciona el mundo real. He estado sólo una temporada en Londres. Y me voy a casar con un hombre al que hace semanas que no veo. No sé si esto es normal o si es anormal. El rostro de lady Miranda es bellísimo. Pero es un rostro duro. Sus ojos reflejan una gran tristeza. 
-No espero que lo entienda-replica-Usted lo ha tenido todo. En cambio, yo sigo sin tener nada. Mi marido me engaña con otras mujeres. 
-Creía que lord Damien la amaba ciegamente-me sorprendo. 
-Tuve gemelos varones. Sin embargo, no vivieron mucho tiempo. Están enterrados en el cementerio. 
                     El tono de voz de lady Miranda es desapasionado. Pero, al mismo tiempo, se trata de un tono de voz amargo. Me he dado cuenta de que es una mujer cargada de amargura y de tristeza. 



-Me gustaría hacerle una pregunta-ataco-Espero que no se ofenda.
-¿De qué se trata?-indaga lady Miranda.
-¿Es usted feliz, Excelencia?
-¿Puedo ser acaso feliz? Hace poco, sufrí cándidas. Me las contagió mi querido esposo. Por lo visto, no he sido capaz de hacer cambiar al demoníaco Damien Knight. Soy una cornuda. ¿No lo sabía?
-Lo siento mucho.
                    Lady Miranda toca de nuevo el piano con dos dedos. Las notas que arranca al instrumento me estremecen por lo desoladoras que me parecen. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario