domingo, 20 de octubre de 2013

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

8 DE ENERO DE 1817

                        Salgo sola a dar un paseo.
                        Mis pasos me llevan hasta la orilla del río Glass. Su desembocadura se encuentra cerca de mi casa.
                         Necesito estar sola. Sujeto entre mis manos una carta que he recibido de mi futuro marido, Piers Draxinger. Releo las líneas que me ha escrito. Piers y yo nos conocimos hace ya más de un año. En realidad, Piers hizo una apuesta con sus amigos acerca de que yo caería rendida ante él. ¡Cómo se equivocó! Ni siquiera sé el porqué he llegado a prometerme. Piers no paraba de perseguirme.
                       Es uno de los mejores partidos de todo el país. Becky está deseando que me case con Piers. Es uno de los mejores amigos de Alec. Así todo queda en casa, pienso con sorna.
                       La fama de libertino de Alec es equiparable a la fama de libertino de Piers. No sé cómo puede pensar Becky que Alec no le es infiel.
                       Yo también quiero pensar que Alec no le es infiel a Becky. Camino a lo largo de la orilla de la desembocadura del río. Hay un joven pescando cerca de donde yo estoy caminando.
-Buenos días, señorita-me saluda.
                      Me detengo cuando estoy llegando a su altura. Me percato de que el joven tiene un curioso acento extranjero. De pronto, me sorprendo a mí misma pensando en Piers. Mi futuro esposo es de origen aleman. Pero no parece que tenga acento alemán alguno. De hecho, se ha criado en Inglaterra y nunca ha pisado Alemania.
-Buenos días...-le devuelvo el saludo al joven que está pescando.
-¿Le gusta pescar?-me pregunta-Yo estoy intentando que piquen los peces desde hace mucho rato. No lo he conseguido.
-No he pescado nunca. Pero he oído que hay que tener paciencia. Los peces acuden al anzuelo con el silencio.
                     El joven me dedica una sonrisa que a mí me parece muy cálida. Douglas es una ciudad muy pequeña. Todos nos conocemos. Nunca he visto a este joven en Douglas. Su acento extranjero le delata como un forastero. Estará aquí de paso, pienso.
                     Dejo que siga pescando.
-¿Es usted de aquí?-me pregunta el joven.
                      Asiento con la cabeza.
                     El joven me vuelve a sonreír. No veo que haya algo en él que sea forzado.
                     Pienso que debe de portarse así con todo el mundo. No es como Piers, pienso. No sé porqué pienso que volveré a verle.
-Será mejor que me vaya-decidido-No quiero seguir molestándole.
-No es ninguna molestia, señorita-me asegura.

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