martes, 15 de octubre de 2013

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA


ISLA DE MAN, INGLATERRA, 1817

                 Mi mejor amiga, Rebecca Ward, ha venido a verme hoy. He visto la preocupación reflejada en su rostro cuando la he recibido en el salón. 
                 Ahora, se llamaba lady Rebecca Knigh. No olvido que es una mujer casada. Lleva casada menos de seis meses. Ella y su marido están muy enamorados. Quiero creer que están muy enamorados. 
-¿Qué pasa, Becky?-le pregunté-Traes muy mala cara. 
-Ha venido a verme mi primo Mikhail-respondió. 
-Creía que eso era motivo de alegría. Apenas os veis. Es normal que estés contenta de que esté aquí. 
                  Nos sentamos en el sofá. 
                   Una de las criadas entra en el salón. Eran las cinco de la tarde, la hora del té. Nos sirvió el té a Rebecca y a mí.
-No tengo gana de té-me dijo mi amiga. 
-Te vendrá bien-le aseguré-Estás muy nerviosa. ¡Seguro que no ha sido para tanto, boba! ¿Has discutido con tu marido? 
                  Becky estaba muy pálida y desencajada. 
-¿Qué ha ocurrido?-insistí. 
                  Rebecca me ha confesado que Mikhail podría estar metido en algún lío. 
-No esperaba su llegada-me ha contado-¡Ha sido tan inesperado! No es que no me alegre de su visita. Pero...Mi primo odia al zar Nicolás. He oído rumores. Han intentado derrocarle. Creo que ya lo sabes. Y... Tengo miedo de que Mikhail esté involucrado en eso. 
                  No conozco personalmente a Mikhail Kurkov, el primo de Rebecca. Pero ella me ha contado muchas cosas acerca de él. Es apenas un par de años mayor que Rebecca. Y tiene fama de ser algo impulsivo y apasionado. 
-¿Y piensas que ha venido aquí en busca de auxilio?-inquirí-¡No me lo creo! 
                     Rebecca asintió con vehemencia. 
-Lo que más me asusta es que Alec pueda enterarse-me confesó. 
                    Alexander Knight, o Alec, como le llama todo el mundo, es el marido de Rebecca. Llevan casados muy poco tiempo. 
-Alec es muy amigo del Príncipe Regente-me explicó-Y el Príncipe, a su vez, es muy amigo del zar Nicolás. Creo que son parientes o algo así. ¡Estoy muy asustada, Parthenia! 
                   La abracé. Deseaba poder hacer algo para tranquilizarla. Le dije que estaba exagerando la situación.
-A lo mejor, ha venido a verte porque deseaba darte una sorpresa-le aseguré-Eso no lo sabes. Becky, deberías de hablar con él. Sólo sacas conclusiones precipitadas. Eso no es bueno. Puedes equivocarte. Y hacer que Mikhail se enfade conmigo. A nadie le agrada que la gente que quiere desconfíe de ellos. 
                  Mi amiga asintió. 
                 Mikhail es hijo de una hermana de la madre de Rebecca. Se llamaba Sophia. Por lo que sé, Sophia se casó años antes con un miembro de la Realeza rusa. No entiendo el porqué en Rusia hay tantos Príncipes que no podrán heredar nunca el trono. 
-No puedo hablar con Misha-se lamentó Rebecca-Me lo negará todo. Espero que no esté metido en un lío. ¡Ni que me meta a mí en otro lío! Soy egoísta, Parthenia. Pero...¡Amo tanto a Alec! 
-Y tienes miedo de perderle-observé. 
-Sí...
                   Rebecca y yo nos conocimos hace apenas un año, pero estamos muy unidas. Fue en Londres, cuando tuve que viajar allí con motivo de mi puesta de largo. Aunque mis padres tienen propiedades en la campiña, paso más tiempo en la isla de Man que en la campiña. De hecho, Becky es oriunda del pueblo donde está la casa solariega de mis padres. Apenas lo he pisado. No es que odie la campiña. Es que prefiero vivir en Douglas. 
                    Es una ciudad tranquila. No se parece en nada a Londres. Cuando Alexander Knight se casó con Becky, recuperó la asignación que su hermano mayor, Robert, el actual duque de Hawkscliffe, le devolvió la asignación que le había retirado. De Robert se cuenta que hizo un ridículo terrible al pedirle matrimonio a su esposa lady Belinda. Ella era una actriz. Y, por lo que he oído, también era una conocida cortesana. Irrumpió a lomos de un caballo blanco en el teatro en el que estaba actuando. Le pidió que se casara con él. Lady Belinda accedió. Las carcajadas se oyeron en toda Gran Bretaña. Naturalmente, los duques lo han negado. Pero Becky me ha contado que Belinda deseó morir de vergüenza al ver el numerito que su marido había montado. Estuvo a punto de huir del teatro. ¡Sabe Dios el porqué se quedó y aguantó el bochorno! Becky ha hecho muy buenas migas con la familia de su marido.  
                    Por aquel entonces, ella y Alexander Knigh estaban prometidos. A pesar de que siempre se ha rumoreado que él, en realidad, es el hijo de un actor de teatro y su padre no era el duque de Hawkscliffe, pertenece a una de las familias de más rancio abolengo de toda Gran Bretaña. No herederá ningún título, ya que es uno de los hermanos menores de la familia. Creo que es el quinto hermano. No estoy muy segura. 
                   Rebecca me contó que se enamoró de él nada más verle. Fue un noviazgo muy corto y, por lo que tengo entendido, bastante escandaloso. En cuestión de semanas, se anunció el compromiso. Se repartieron las amonestaciones. Y se casaron. Fue una ceremonia por todo lo alto. 
                  Soy una joven dama que acaba de cumplir dieciocho años. 
                  No sé si podría decir que soy una joven culta porque he leído mucho. Pero conozco el sobrenombre que me impusieron los ingleses cuando fui presentada en sociedad en Londres. La Reina de Hielo. 
                    Rebecca y Alec desean tener un hijo. El problema está en que Rebecca no consigue quedarse embarazada. Yo, que no entiendo mucho del tema, le digo que los niños no tardarán en llegar. Aún es muy joven. Y lleva casada muy poco tiempo. 
-Me tengo que ir-me anunció mi amiga. 
-Iré mañana a verte-le dije. 
-Si quieres, te puedo presentar a mi primo. 
-Me agradaría conocerlo. 
-De acuerdo...Le ha hablado a Misha de ti. Creo que le caerás bien. 
-Eso espero. 
                    ¿Qué puedo decir más de mí? Sé bordar. Sé hablar el francés correctamente. Sé tocar el piano. Poseo una buena voz. Y me gustaría ser una buena anfitriona como lo es mi madre. 
                    Vi cómo Rebecca abandonaba el salón. Y me pregunté si su primo Mikhail se parecería a ella. 

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