miércoles, 4 de junio de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

3 DE FEBRERO DE 1817

                            Salgo a dar un paseo por el Paseo Marítimo. 
                            No puedo permanecer en mi casa por más tiempo. Necesito salir y despejar mi mente. No quiero que mi doncella me acompañe. Sin embargo, al llegar al Paseo Marítimo, me ocurre algo inesperado. 
                           Veo a lord Robert y a lady Belinda, los duques de Hawkscliffe. Están dando un paseo subidos en su faetón. 
                           Se detienen al verme. 
-Mi querida Parthenia...-me dice lady Belinda-¡Qué sorpresa más agradable! 
-Buenas tarde, Excelencia-le saludo.
-¿Por qué no nos acompaña a Robert y a mí en nuestro paseo, querida? Robert ha salido a dar un paseo porque está enfadado. ¡Oh! Usted no sabe lo que ha pasado. Es amiga de la señorita Ward, ¿no? No sé si debe de saberlo. 
                        Acepto dar un paseo con ellos en su faetón. Subo. 
                        Los caballos vuelven a andar. 
                        Me he sentado al lado de lady Belinda. La duquesa parece un fantasma. 
                        Va vestida de riguroso luto. La veo más avejentada. La veo más delgada. 
                        Lady Belinda me cuenta lo que yo sé porque me lo ha contado Mikhail. Han herido a Alec. Fue un duelo. 
-¿Se encuentra bien su hermano, Excelencia?-le pregunto a lord Robert. 
-Yo ya sabía que Alec iba a terminar mal-responde el duque-Se lo he dicho mil veces. Tengo cuatro hermanos que van a morir tempranamente. 
-Hay que reconocer que Lucien ha cambiado-interviene lady Belinda-A él, el matrimonio le ha hecho bien. 
                         Lord Robert sólo sabe lo que uno de los amigos de Alec le ha escrito. Ese amigo no es Piers. Nadie sabe dónde se encuentra mi prometido. 
                         El amigo de Alec no sabe quién le ha disparado. Sólo sabe que Alec se batió en duelo con un joven que le atacó en el Pall Mall, el club de caballeros que tanto frecuentan. El duelo se realizó poco antes del amanecer. El amigo de Alec ejerció de padrino, pero no sabe quién disparó contra Alec. 
-Por suerte, se está recuperando-me informa lady Belinda. 
-Pensé que no podía caer más bajo desde que se convirtió en la puta de esa tal Eva Campion-masculla lord Robert, indignado. 
                      Su esposa le oye. 
-¡No hables así delante de lady Parthenia!-le regaña. 
                  Yo guardo silencio. No puedo decirles que sé quién ha disparado a Alec. No puedo decirles que se lo tiene merecido. 
                    Mikhail va a regresar a Douglas. 
                   El faetón se detiene al cabo de un rato. Le digo a lord Robert y a lady Belinda que me bajo. Les agradezco la información que me han dado. Le deseo a lord Robert que su hermano se recupere. 
-De estar vivo mi padre, habría renegado de él-afirma-Se lo habría enviado al actorzuelo que lo engendró con nuestra madre. 
-Entiendo-murmuro. 
-Disculpe a mi marido-se excusa lady Belinda-Está muy preocupado por Alec. Es el mayor. Siempre se ha ocupado de sus hermanos. 
-No pasa nada. 
                        Desciendo del faetón. 
                        Veo cómo se va alejando. 
                        Me quedo sola. Es hora de regresar a casa, pienso. 
                        No doy ni dos pasos. 
-¡Parthenia!-oigo una voz que grita a mis espaldas. 
                        Me paro en seco. 
                       Reconozco esa voz. 
-¡Parthenia!-vuelvo a escuchar. 
                        Es una voz joven. Es una voz masculina. Es una voz conocida. 
                        Me giro. 
                        Le veo llegar. 
                        Viene corriendo a mi encuentro. Mi corazón empieza a latir a gran velocidad. ¡Mikhail ha vuelto! 
-Ya estoy aquí-me dice cuando se detiene frente a mí-Lo único que lamento es no haber matado a ese canalla. 
-Pero has vuelto-le sonrío. 
-Sí...
                      Lo siguiente que recuerdo es que Mikhail me abraza. Me abraza con fuerza. Llena de besos mi cara. Y sus labios se apoderan de mis labios con un beso largo y denso. Un beso que hace que yo lo sienta todavía más mío de lo que ya es. Rodeo su cuello con mis brazos. Lleno de besos su cara. Y volvemos a besarnos con intensidad en los labios. 

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