martes, 4 de marzo de 2014

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA


16 DE ENERO DE 1817

                   Mis pasos me llevan hasta el parque que se encuentra en el centro de la ciudad. Me acompaña mi silenciosa dama de compañía. 
                  Está mal que una dama salga a dar un paseo sola, pienso. Pero me aburro. Me paso todo el día encerrada en casa. Becky me ha mandado una nota. Me dice que cree que Alec va a regresar hoy. Se va a quedar en su casa a esperarle. 
                  Hace un Sol espléndido el día de hoy, pese a que estamos en pleno mes de enero. Sin embargo, yo tengo frío. Me gustaría ser capaz de iniciar un tema de conversación con mi dama de compañía. Mis intentos tropiezan contra su muro de silencio. De pronto, veo una figura alta, delgada y masculina que viene corriendo hacia mí. Me llama a gritos por mi nombre. 
-¡Lady Parthenia!-me grita-¡Espere!
                    Reconozco la voz que me está llamando. Y también reconozco, cuando se acerca más a mí, de quién se trata. 
-Alteza...-me sorprendo al verle. 
                    Es el primo de Becky, el Príncipe Mikhail Kurkov. 
-¿Qué está haciendo aquí?-le pregunto. 
-Es un grato placer volver a verla, milady-responde él-Creo que los dos compartimos el mismo deseo. Salir a dar un paseo. 
                    Me coge la mano. Deposita un beso en su dorso. 
-¿Cómo está su prima?-inquirí, preocupada por Becky. 
-Dice que está esperando a que el honorable señor Knight acuda a verla-contesta Mikhail-Se  pasea de un lado a otro de su habitación. No le gustan los peinados que le hace su doncella. Se ha cambiado de vestido, al menos, diez veces. Está muy nerviosa. 
-Hace meses que no se ven. 
-No creo que aparezca. 
                  Detecto cierto matiz pesimista en la voz de Mikhail. Intento no darle demasiada importancia. 
-¿Cómo está usted?-le pregunto. 
-Estoy bien-responde él-Me gusta vivir en esta ciudad. 
-No es tan grande como San Petersburgo. Me temo que es un poco más aburrida. Aunque no la cambiaría por nada del mundo. 
                   Mikhail me sonríe. 
-Adora este lugar-afirma-Lo noto en su timbre de voz. Es una ciudad pequeña. Pero preciosa...
-¿Piensa regresar algún día a San Petersburgo?-indago. 
-Me temo que no lo sé. 
-Pero echará de menos a su familia. A alguna joven que haya dejado allí...
-No lo creo. 
                   Decido que he de callarme. Pienso que estoy hablando más de la cuenta. No quiero que Mikhail piense que soy una cotilla. 
-Le ruego que me disculpe si le he ofendido-me excuso-Usted es primo de mi mejor amiga. Entienda que me preocupe por ella. Lo ha pasado muy mal. 
-No se preocupe, milady-me asegura Mikhail-No me he ofendido. Hace bien en preguntar. 
                    Me vuelve a sonreír. Yo le devuelvo la sonrisa. Pienso que me siento unida a este joven. 
                    No debería de ser así. Voy a casarme con Piers. Mi prometido podría regresar en cualquier momento. 
-¿Y cómo está usted, lady Parthenia?-me pregunta. 
-Yo estoy bien-respondo-He salido a dar un paseo con mi dama de compañía. Y le he visto. 
                     No se trata sólo de una pregunta de cortesía. Sospecho que hay algo más en el tono de su voz. Mi dama de compañía lo percibe. Me mira con las cejas arqueadas y con el ceño fruncido. De pronto, sospecho que estoy haciendo algo que no debo. Entonces, Piers aparece ante mí. 
                    ¿Acaso Piers se acuerda de mí mientras está divirtiéndose en Londres? 
-Me tengo que ir-le anuncio a Mikhail. 
                     Pasa un faetón cerca de donde estamos caminando. Veo pasar a un matrimonio de mediana edad en la acera de enfrente. 
                     Piers puede hacer lo que le dé la gana, pienso con indignación. Pero yo no soy dueña de mis actos. No puedo hacer nada. 
-¿Quiere que la acompañe?-se ofrece-Me pilla de paso. 
                  Sospecho que es mentira. 
-Está bien-acepto-Es usted muy amable. ¡Gracias! 
                  Damos la vuelta. Recuerdo las veces que he caminado al lado de Piers por Hyde Park. Cogida de su brazo y acompañados por mi dama de compañía...
-La noto pensativa-se percata Mikhail. 
                   Oigo las conversaciones de las personas que pasean cerca de nosotros. Las tiendas están abiertas. Puedo ver a los dependientes despachando a sus clientes. 
                   El mundo sigue girando, pienso. Y yo no estoy haciendo nada malo con Mikhail. 
-Estaba pensando en el Sol tan espléndido que hace hoy-miento-¿No cree? 
                   Nos detenemos ante la verja del jardín que rodea mi casa. Mikhail se despide de mí depositando un beso en mi mano. 
                    Contemplo cómo se va alejando poco a poco. Mi dama de compañía no me dice nada. Se me queda mirando con gesto inquisitivo. Le aguanto la mirada como puedo. No entiendo el porqué he de esconderme cuando no estoy haciendo nada malo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario