martes, 3 de marzo de 2015

EL DIARIO DE LADY PARTHENIA

10 DE FEBRERO DE 1817

-¿Por qué lo hemos hecho?-le pregunto a Mikhail-Hace un mes, no sabía ni que existías. Pero...
                   La voz se me atora en la garganta. 
                   Mikhail y yo yacemos juntos. Me he entregado a él. 
                   No recuerdo en qué momento me dejo llevar por él a su habitación cuando Becky se queda dormida. 
                   Me dejo llevar por él. Porque siento que mi corazón late a la par que el corazón de Mikhail.
                   No hago otra cosa que no sea pensar en lo que acaba de ocurrir. Tengo la sensación de que me han crecido alas de algún lugar. He podido sentir cómo volaba por el cielo. ¿Se puede volar por el cielo? Yo lo he hecho. Me ha pasado. He sentido que me convertía en un pájaro. Soy un pájaro.
                   He estado interpretando una pieza al piano. Mi padre quería escucharme mientras interpretaba una pieza de Mozart.
-Está bien-he dicho.
                   Mi padre se ha sentado en su sillón favorito. Siempre dice que soy una verdadera virtuosa del piano. Y yo sólo soy una buena hija que intenta complacerle en todo lo que puede.
                  He estado también en el jardín de mi casa. He estado cortando rosas.
                 Se las he regalado a Becky. Al ver las rosas, mi amiga me ha dedicado una sonrisa cansada.
                 Una criada se ha encargado de colocar las rosas en un jarrón. Lo ha llenado previamente de agua.
                  El color le ha vuelto a las mejillas a mi amiga. Por lo menos, hoy no tenía fiebre.
-Ha sido un detalle muy bonito por tu parte, Parthenia-ha afirmado.
-¿Cómo te encuentras?-he querido saber.
-Alec no me escribe. Su familia no me informa de cómo está.
-Estará recuperándose.
-No va a regresar. Me ha abandonado.
                     He visto a Eden en la zona de Douglas Head. Iba sola, con la única excepción de su doncella. Van allí con frecuencia a ver los barcos.
-Regresemos a casa-le ha sugerido la doncella a Eden-Se está haciendo tarde.
-Todavía es un poco pronto-ha replicado Eden.
                     Eden recuerda su vida nómada.
                     Su padre era un conocido científico. Sigue siendo un conocido científico.
                     Eden ha viajado por todo el mundo. Siente nostalgia por su vida nómada.
                      Hoy, es domingo. He ido a Misa con mi padre.
                      Siempre dice que es bueno ponerse a bien con Dios.
-Deberías rezar por tu futuro, hija-me ha exhortado mientras nos sentábamos en el primer banco.
                       Yo le he pedido a Dios que me ilumine. En estos momentos, estoy más confundida que nunca.
                        He ido a tomar el té con lady Belinda.
                        Hemos tomado el té en el comedor. Yo me he comido un sándwich.
                        Lady Belinda me cae bien. Tiene una conversación que me parece interesante. Sé que fue cortesana antes de casarse con el duque.
-Becky es una perdida-dice con tristeza-Me compadezco de ella. Sé lo que fue eso.
                     He oído hablar de un tal Dolph. Pero no sé lo que pasó entre ellos.
                     Y ha sido esta noche cuando Mikhail se ha acercado a mí en el pasillo, cuando he salido de la habitación de Becky.
                     No he retrocedido. Me he dejado llevar.
                     He sentido cómo sus labios se apoderaban con ansia de mis labios al tiempo que me hacía pasar a su habitación.
                     No recuerdo gran cosa. Lo recuerdo todo como algo que ha sido demasiado bello.
                     Irreal...
                     No recuerdo quién desnudó a quién. Pero sí recuerdo es que Mikhail y yo terminamos desnudos sobre la cama.
                     Los besos que nos dábamos eran besos largos, apasionados y llenos de dulzura que enlazábamos uno tras otro. Sentí los labios de Mikhail recorriendo mi cuello con suavidad.
                       Sentí sus labios en todas partes.
                       Me estremecí cuando mordisqueó el lóbulo de mi oreja. Dulces escalofríos recorrieron nuestros cuerpos.
                       Mikhail me besó en los los hombros. Fue muy raro verle con mi pecho metido dentro de su boca. Succionando mis pezones. Besando mis senos. Lamiéndolos. Murmurando mi nombre con voz ronca mientras su boca descendía por mi vientre. Su lengua hurgando en mi ombligo. Mordiendo mi carne. La carne de mis muslos...
                        Ver su cara hundida entre mis piernas.
                        Y alzando la cabeza para volver a besarme con ardor en mi boca.
                        Yo sentía que mi piel ardía en contacto su piel caliente. Le besé en el cuello. También quería hacer algo.
                        No me asustó verle desnudo.
                        En ese momento, su cuerpo invadió mi cuerpo. Sentí dolor cuando rompió la barrera de mi virginidad.
                         Ya no soy virgen, pensé. Comencé a moverme al ritmo en el que Mikhail se movía. Fue como estar bailando un vals con él. Fue cómo ver cómo se llenaba de estrellas la habitación.
                        El mundo estalló a mi alrededor.
                        Mikhail descansa con la cabeza apoyada en mi hombro.



-¿Qué va a pasar entre nosotros?-le pregunté-Voy a casarme con Piers. No he roto nuestro compromiso. Ya no soy virgen.
-Cásate conmigo, Parthenia-respondió Mikhail.
-Por favor, dame tiempo. He de poner en orden mis ideas.
-¿Te arrepientes de lo que hemos hecho?
                         ¿Qué puedo decir?
                         Esto tenía que pasar, pienso. Antes o después, debía de entregarme a este joven ruso.
                         Hacía nada que no le conocía. Ahora, es toda mi vida. Es el primo de Becky. Mikhail...
                        Me pertenece. Es un sentimiento que me llena de orgullo. Mikhail es mío. A pesar de todo, es mío. Y yo soy suya. 

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